"Melohandicho"

En algunos casos nuestras ideas se apoyan en informaciones de enésima mano a las que prestamos una aquiescencia ilimitada

E STAMOS en el país del "melohandicho". En algunos casos nuestras ideas se mueven apoyadas en informaciones de enésima mano a las que solemos prestar una aquiescencia ilimitada. Y somos crédulos de tal manera que, una vez asumida la verdad de una de esas informaciones, es difícil descabalgarnos. Un ejemplo. Preguntan a uno de los manifestantes contra la ley Celaá por qué se manifiesta y dice que "no quiere que regalen los aprobados". Lo ha oído de boca de un dirigente político y repite sin pensar exactamente lo que el otro dice. Otro afirma por escrito, y no sé de dónde lo ha sacado, que se puede pasar de curso con cualquier número de suspensos. Y se queda tan tranquilo. He leído la ley y no aparece nada de eso. ¿Y lo de cerrar los centros de educación especial? ¿Cómo? ¿Acaso la búsqueda de una mayor integración conllevará automáticamente la eliminación de los centros de educación especial? ¿O el buscar mayores medios para conseguir la integración cuando sea posible es eliminar esos centros? La respuesta en muchos casos es "pues los van a quitar porque me lo han dicho". ¿Y lo de borrar de un plumazo la libertad de los padres para elegir centro? Según la ley no se impide que cualquiera pueda solicitar un centro, sea concertado o público. Ahora bien, lo que la ley no garantiza es que pueda disponer de esa plaza, porque conseguirla o no estará sujeto a la disponibilidad de plazas y a los baremos que regulan la concesión de las mismas, resolución que no estará en manos de una o dos personas sino de comisiones de escolarización. Lo que parece más que razonable. Y como último quiero citar los temores de que esta ley esté apoyando un adoctrinamiento monolítico en la educación pública. Semejantes temores, sea Savater o quien sea quien lo diga, supone un enorme desconocimiento de lo que es la realidad de los centros públicos. Cualquiera que haya vivido de cerca un colegio o un instituto público habrá podido constatar, y lo digo con una gran experiencia docente, que los profesores no forman un todo uniforme, con una única sensibilidad o ideología. Al contrario, la selección del profesorado, a diferencia de lo que ocurre en muchos centros concertados, en ningún momento depende de la posición del profesor en los ámbitos religioso o político. Este procedimiento garantiza la pluralidad pensamiento que enriquecerá la formación humana de los alumnos. Si la ley tiene defectos seguro que no son estos.

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