Si no hay mata, no hay patata

Mentiras

El problema de la derecha es que no admite que nadie que no sean ellos pueda gobernar. Tiene un complejo de autosuficiencia, un ego tan desmesurado, que les obliga a pensar como el eslogan de un famoso champú: ¡Debo gobernar yo, porque yo lo valgo!

Se ha puesto de moda el término anglosajón 'fake news' (literalmente, noticias falsas), pero en castellano tenemos una palabra más rotunda para expresarlo: mentiras.

Esta es una práctica que en los últimos tiempos, desde que Pedro Sánchez fue nombrado presidente del Gobierno, se ha generalizado entre los dirigentes de la derecha y la pléyade de voceros mediáticos, para entonar un 'canto de sirenas' de ilegalidad y catastrofismo.

Durante estos cuatro años no han cejado en su empeño de deslegitimizar cualquier acción de gobierno, tanto en nuestro país como en las instituciones europeas e internacionales. Esto sí que es un patriotismo bien entendido, de pacotilla, sustentado en el aforismo de ¡Cuanto peor, mejor!

Así han pregonado que la economía está peor que nunca, cuando somos la locomotora de Europa, el país mejor posicionado y con más crecimiento. Han denostado la reforma laboral, la misma que votaron en contra, junto con Bildu y Esquerra -qué extraña coincidencia- y los datos del paro, herramientas con la que se han creado 1,3 millones de empleos, pasando de más de 4 millones en 2021, después de un año de pandemia, a los 2,7 millones actuales, o sea, una bajada del paro del 33%.

Se han revalorizado las pensiones, que han pasado de incrementarse menos del 1% en 2019 a subir el 8,7% en 2023. O el salario mínimo, que ha pasado de 736 a 1080 euros al mes, un aumento del 46,7%. Y por no aburrir con más números, sólo decir que estas medidas económicas y otras de carácter social, como las ayudas a la dependencia o el reconocimiento de las kellys, fueron calificadas por la caverna como 'paguitas', mientras aplaudían los beneficios abusivos de las empresas energéticas o las comisiones bastardas de familiares de 'peperos' por traer mascarillas de China. Parece que el libre mercado está libre de pecado.

El problema de la derecha es que no admite que nadie que no sean ellos pueda gobernar. Tiene un complejo de autosuficiencia, un ego tan desmesurado, que les obliga a pensar como el eslogan de un famoso champú: ¡Debo gobernar yo, porque yo lo valgo! Y en esa loca carrera no les importa difundir bulos, difamar y mentir abiertamente, porque cuentan con el escudo de la confesión y el perdón de los pecados, y les da igual que se lesionen los intereses nacionales, la credibilidad y la imagen de España.

Todo vale con tal de alcanzar el poder, incluso las mentiras.

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