Aactualmente corren nuevos tiempos, tiempos en los que con frecuencia se oye la palabra solidaridad y democracia. Hoy precisamente Europa presume más que nunca de ser una Europa unida; sin embargo, esa unión está más asida a la utopía que a una realidad multinacional, y si no a las pruebas me remito, claro ejemplo nos dan los bávaros al sur de Alemania, o el nacionalismo flamenco en Bélgica, siendo estos algunos de los movimientos activos que desean cambiar las fronteras en el Viejo Continente. Muy cerca de nosotros tenemos el movimiento independentista catalán, que este año y el pasado ha sido uno de los asuntos de la política socialista española; política y gobierno regentados por el partido socialista, donde algunos miembros han avivado el sentimiento nacionalista, con el que han llegado a pastos y acuerdos a costa de seguir gobernando, un partido socialista que ha perdido la visión global de España. El sociólogo alemán Heinz Dieterih en los años noventa y cinco, elevo el término socialismo a una doctrina que surgió como producto de una reflexión mundial, y fue adquiriendo proyectos amplios; sin embargo y al contrario, tengo que decir que fue el discurso del presidente de Venezuela Hugo Chaves, que ensalzando el pensamiento y acción de Simón Bolívar, estrategia para propiciar y afianzar la división entre los venezolanos, teoría que dicta mucho de esta concepción original de Dieterih; y parece sorprendente que hayamos creado una Europa Unida, para que cada vez algunos partidos políticos dividan a los países, fraccionándolos hasta el punto de crear Estados independientes. Los partidos independentistas están ganando las batallas con el beneplácito del partido Socialista que renuncia a sus ideas fundamentales. Entendemos que no debe cegarse con las mismas ideas, más bien sus militantes y dirigentes han de han de apostar por aquellas funciones de carácter nacional; pero eso sí, quede claro que no NACIONALISMO. El camino que hoy conduce a un universalismo, es un camino que nadie puede negar, sin embargo esta palabra no termina de cobrar realidad verdadera; al mismo tiempo, ser socialista no implica ser individualista; pero las respuestas a tantas incógnitas parten de la elite política, desde aquella ética que pasa por ser capaz de reivindicar nuestra propia etnicidad y al mismo tiempo respetar la de los demás. Obviamente que contextos particulares, ha marcado caminos universales que no deben olvidar los partidos políticos, ni por supuesto la Unión Europea

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