La moción debatida el miércoles y jueves terminó convirtiéndose en una autocensura para los autores de la iniciativa. Vox malgastó un instrumento constitucional concebido para censurar y sustituir al gobierno, transformándolo en una operación de propaganda política. La operación ha fracaso porque el principal objetivo de la moción, desgastar al PP, se frustró cuando Pablo Casado puso pies en pared ante las invectivas de Abascal. La moción puso en evidencia la desnudez programática de VOX y la falta de fuste político del propio Abascal. Mientras que permitió a Casado centrar a su partido, recuperando la corriente mayoritaria de las tradiciones conservadoras europeas más longevas y exitosas, como la CDU alemana o el gaullismo francés.

Ayer Pablo Casado recupero con su discurso la centralidad política que nunca debió abandonar. Pero la reacción debe acompañarse de gestos y actuaciones que prueben a los potenciales votantes de una opción de centro derecha, que el PP es una alternativa moderna y moderada, con un proyecto realista alternativo al de la izquierda. Si el PP quiere volver a ejercer como partido de gobierno debe asumir determinadas responsabilidades, a pesar de estar en la oposición, en relación con las instituciones o con las medidas para gestionar los efectos del COVID-19.

Si los discursos no son acompañados de hechos, resultan incoherentes y poco creíbles. Por eso sería necesario que en las próximas semanas el PP accediese a negociar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo, el Consejo de RTVE o algunos otros órganos reguladores. Respetar la institucionalidad es propio de los partidos de gobierno, ocupen el banco azul o el rojo. Que Pablo Casado acepte ahora negociar la renovación del CGPJ no es una rendición sino la asunción de un deber democrático.

El mensaje claro de Casado contra el radicalismo de VOX fue tranquilizador para la derecha ideológica, pero tranquilizaría aún más al conjunto de la ciudadanía que los gobiernos autonómicos del PP y su propio grupo parlamentario acordasen con el Gobierno medidas apropiadas para hacer frente a la segunda ola de la pandemia. La necesaria gobernanza de la salud pública ante una epidemia tan virulenta sólo es posible si los partidos dejan a un lado los ataques y siguen el consejo de los expertos, aunque ello signifique un perjuicio a corto plazo para determinados sectores económicos. Si el PP actúa así, de las palabras se habrá pasado a los hechos, obrando en consecuencia.

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