Obsolescencia del linaje

El apellido ya no es lo que era y no falta quien lo vea hoy sin utilidad o que atenta contra la libertad del sujeto

Hace unos días el T. Supremo autorizó a unir los dos apellidos paternos de una prole, por estar uno de ellos (el de la abuela, claro), en riesgo de extinción. Una decisión que revela cierto anacronismo romántico dada la deriva obsolescente del linaje en esta modernidad histriónica.

Un linaje que se encarnó desde siempre a través de apellidos con vocación de perpetuar la genética dinástica, y se erigían como el significante identitario basilar del origen biológico de cada cual por lo que se honraron desde la Biblia a las Partidas como distintivo de estatus o 'fidalguía', real o impostada, para vanidad cortesana o lucro de panegiristas atentos a fabricar, a quien lo pagara, una estirpe fabulada que lo distinguiera como portador de alguna simiente mitológica antepasada.

Pero, ¡ca!, el apellido ya no es lo que era y no falta quien lo vea hoy como una antigualla sin utilidad o que atenta contra la libertad del sujeto que no tiene por qué soportar un nombre o un apellido parental que no le plazca, por lo que debería poder sustituirlos al gusto cuándo quiera. Un ideario que no se agota en derivas inocentes como reinscribir el nombre de Pepa en vez de Josefa o Lola por Dolores, ni que uno registre a su hijo como Skywalker, por su fantasía galáctica y otro al suyo con el signo @, por su adicción informática (y su refinado sesgo unisex).

Sino que mi reflexión sobrevuela el impacto que, sobre los usos sociales o instituciones tradicionales como la familia, barruntan la eclosión de las nuevas técnicas que posibilitan las transiciones transexuales o de las uniones mono o pluriparentales, y que convierten al Registro Civil en un foro de piruetas neoconceptuales donde cabe inscribir como "comadre", sustituta del padre, a la esposa lesbiana de la señora que parió al bebé, inseminada artificialmente. Así que para estar a la altura de los tiempos, ya pronto desde al nombre propio a los apellidos, e incluso la fijación del sexo biológico predeterminado ex natura, se inscribirán solo provisionalmente y sujetos al albur de cómo quiera 'autodefinirse' luego cada criatura cuando crezca, según prevé el anteproyecto de ley de Igualdad de Personas Trans, que aprobó el Gobierno en junio. Por lo que el único dato fiable a registrar desde ahora será el número del DNI, que se asigne al nacer, y la fecha de nacimiento, por aquello de las pensiones. Que la naturaleza es tozuda, pero domesticable. ¿O no?

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