Pandemia de la ceguera

Una ceguera infecciosa se convierte en argumento literario para la lectura en los tiempos de la pandemia

La lectura en los tiempos de la pandemia -como El amor en los tiempos del cólera- debe tener cierto acomodo, sea por asociación o por distanciamiento. En el primer caso, una novela de Saramago, que apareció en 1995, puede brindar ratos de provechosa lectura, que no de usar u tirar, como la que buscan demasiadas páginas, cuando menos, prescindibles. Ensayo sobre la ceguera es el título de esa novela -cuyo argumento y personajes enlazan con los de otra posterior, Ensayo sobre la lucidez-. Y una pandemia, la "ceguera blanca", que se transmite y extiende con el menor contacto físico, altera y desconcierta a los habitantes y regidores de un país. Los afectados, por su repentina ceguera, son encerrados en condiciones denigrantes para una cuarenta que parece no tener final. Sin atención ni cuidados a los cada vez más numerosos ciegos, irrumpe la voluntad de sobrevivir al precio que resulte y una situación espantosa de caos. Una mujer, casada con un oftalmólogo al que también afecta la ceguera, presenta inmunidad, aunque afirma no tenerla para acompañar a su marido. Así es testigo de violentos atropellos y decide ponerse por delante a fin de ayudar a muchos ciegos a escapar del confinamiento, huir y organizar la existencia hasta que la pandemia remite y la visión se recupera. Esta ligera sinopsis es una invitación a la lectura o la relectura. Pero más inducirán a ello algunas citas que muestran el ingenio de Saramago. Como esta manera de presentar el futuro: "Carta cerrada y aún estaba por nacer la curiosidad de abrirla". Que, una vez alcanzado por los dichos y las obras de cada cual, puede abrirse hasta la inmortalidad: "Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla". La ceguera, a pesar de tan aterradora pandemia, lleva, contradicción aparte, a la clarividencia: "Probablemente, sólo en un mundo de ciegos serán las cosas lo que realmente son". Los relatos acaban por ser todos consabidos: "Todos los relatos son como los de la creación del universo, nadie estaba allí, nadie asistió al evento, pero todos sabemos lo que ocurrió". Y esto es, al cabo y de genial forma, lo que somos: "Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos". Buena lectura, en pandemia, de la pandemia.

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