La Paradoja de Teseo

"Todo cambia y nada permanece" expresión acuñada por el filósofo griego Heráclito de Éfeso

A veces pasa. De repente nos detenemos y reflexionamos sobre nuestra existencia hasta llegar a la angustia. Entonces buscamos una causa o un destino que nos explique por qué hemos llegado a la situación actual; tal vez deseamos un atisbo de esperanza que nos permita ser quienes somos. No obstante esa es la cuestión: que ya no somos quienes éramos. Sin darnos cuenta nos hemos convertido en otra persona distinta y nada tiene ya sentido. Para ahondar en esta idea podemos orientarnos a través de la Paradoja de Teseo, que según la mitología griega fue un rey de Atenas. Dice la leyenda recogida por Plutarco que el barco en el que Teseo regresó a Atenas, tras un viaje, tuvo que ser restaurado en el trayecto. Eso significa que en el recorrido se reemplazaron partes estropeadas. Al llegar a su destino algunos se preguntaron: ¿estamos en presencia del mismo barco o se trata de un barco distinto? Ciertamente era un barco distinto. Puede que se pareciera mucho al original pero no podía afirmarse que fuese exactamente el miso barco. Con las personas ocurre igual. Algunas partes de nuestra existencia son reemplazadas por otras. Algunas veces es de forma voluntaria y otras de forma forzosa. Esto es así hasta el punto de que al cabo de los años nos convertimos en seres humanos distintos. Igualmente eso no resta que mantengamos cierto parecido con el anterior pero en esencia no podemos decir que seamos la misma persona. Por eso no encontramos causas a nuestra angustia. Debemos aceptar el cambio sustancial de nuestra vida y desde ahí aprender a vivir de otra manera. Solo así hay atisbos de esperanza. Para ejemplificar esto aún más veamos más variaciones de la Paradoja de Teseo. Heráclito, filósofo griego, dijo que: "ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo rio" (obviamente ni el agua ni el hombre son los mismos en el mismo lugar). Locke se preguntó si un calcetín puede seguir siendo el mismo después de que se rompa y se le ponga un parche. En el capítulo V de la novela Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, la protagonista duda de si una oruga es la misma por la mañana y por la noche. La oruga resuelve la duda al decirle a Alicia que sabrá la respuesta cuando se convierta en crisálida y después en mariposa. En definitiva todo cambia y nada permanece, tal como dijo Heráclito. Por eso el equilibrio personal pasa por la adaptación.

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