La tapia del manicomio

Parece que fue ayer

Ni Numancia, ni Sagunto, ni la Reconquista, ni el Descubrimiento de América... le llegan a la suela del zapato al gol de Iniesta

A pesar sábado, justo mientras escribimos esto, se cumplieron diez años de la máxima gesta que hemos conseguido los españoles desde que el mundo es mundo, o sea desde hace unos seis mil años que, según los creacionistas, es el tiempo que hace que Dios se sacó el Universo de la manga. Claro que, si nos fiamos de Hawkings y compañía, esa cifra no es muy exacta, ya que el Universo se formó a partir de una explosión (Big Bang) que ocurrió hace unos catorce mil quinientos millones de años. La verdad es que tampoco hay tanta discrepancia entre ambas cifras, teniendo en cuenta que, según el tango, veinte años no es nada. A lo que íbamos, que hace diez años que la Selección española de fútbol ganó su primer -y hasta ahora único- campeonato del mundo. ¿A que ninguno de ustedes se acordaba? Pues para eso estamos nosotros los abuelos Cebolleta.

Volvamos al inicio. Hemos dicho que fue la mayor gesta española y no lo retiramos. Ni Numancia, ni Sagunto, ni la Reconquista del territorio patrio ocupado por los sarracenos, ni el Descubrimiento de América, ni la expulsión de Napoleón de la Península, ni el aplastamiento del terror rojo a cargo de Franco, Hitler y Mussolini, ni la consecución de la vicepresidencia del Gobierno por parte de Podemos, le llegan a la suela del zapato (mejor dicho, del borceguí) al gol de Iniesta, a quien le debemos, como mínimo, una estatua de bronce. O mejor dos, una en la plaza de España de Madrid, y otra en la plaza del Portal de la Paz en Barcelona. Con ello, de paso, matamos dos pájaros de un tiro, dicho sea lo de pájaros con toda propiedad: sustituimos la estatua del esclavista y colonialista de Colón, con lo que le ahorramos el trabajo a los descerebrados que intentaron quitarlo. Y también quitamos el monumento al xenófobo Cervantes de Madrid, aunque no sea nada más que por aquello que escribió de que había estado en "la mayor ocasión que vieron los siglos", refiriéndose a la batalla de Lepanto en la que perdió un brazo. Como si la batalla de Lepanto, que impidió el avance turco sobre Europa, tuviera mayor importancia histórica que la Copa Jules Rimet conseguida en Sudáfrica. Por cierto, a ver si vamos a tener que acordarnos de Lepanto, ahora que Erdogán sigue avanzando en la expansión del islamismo: acaba de convertir el Museo de Santa Sofía en mezquita, además de sus incursiones en Siria y Libia. Menos mal que, a falta de un don Juan de Austria, tenemos un Vicente del Bosque.

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