NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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La extrema derecha está asomando la patita por debajo de la puerta. Está tocando poder en ayuntamientos y comunidades autónomas de la mano del PP. Muy pronto, las libertades y derechos se verán seriamente amenazados por esta gente que no cree en la democracia, ni en la Constitución, ni en la libertad. Sus peregrinas ideas se divulgarán, se divulgan ya, y el retroceso cultural y político será evidente. Nos quieren devolver a los tiempos del No-Do.
“La violencia de género no existe. La violencia machista no existe”, ha dicho J. Mª Llanos, nº 2 de Vox en Valencia. La igualdad ha sido el primer derecho que han atacado desde el mismo día de constitución de los ayuntamientos. Sobre los jóvenes, el nº 1 de Nuevas Generaciones del PP en Madrid no ha tenido otra ocurrencia que pedir un acuerdo con las mejores discotecas para que les hagan descuentos y les inviten a copas y a chupitos. Mientras, en Guadalajara, se proponen apoyar las tradiciones y costumbres de la zona, algo parecido a lo que hace el PP en Andalucía, como si todos los problemas consistieran en eso. Y en Valladolid Vox y el PP han firmado un acuerdo sobre igualdad en cuyo texto se lee “que se eliminen aspectos que se refieran a la igualdad entre personas”.
Nada dicen, ni unos ni otros, de economía: no saben de eso. El PP habla de derogar el sanchismo, empezando por la reforma laboral, y ni el presidente de los empresarios le apoya. Y es que, unos y otros, no dan más de sí. Son la barbarie que se nos viene encima.
El avance de la extrema derecha en Europa es evidente. Gobiernan no pocos de los países del continente y en los de nuestro entorno ya afilan los cuchillos largos a pesar del cordón sanitario que les tienen puesto en Francia e Inglaterra. En la Historia, ya se dio esta situación en los años 30 del siglo XX. Y mientras el fascismo se extendía por el viejo mundo con la aquiescencia de la derecha tradicional, en España decidimos que tendríamos democracia y libertad a pesar y aun en contra de ellos.
En las elecciones de julio nos jugamos todo. Especialmente los colectivos. Y especialmente las mujeres. Ellas son esta vez las llamadas a parar al fascismo. El largo y tortuoso camino hacia la igualdad de género, lo que es igual a decir de salario, de derechos, de respeto y de consideración legal e institucional, está comprometido. Se seguirán matando mujeres. Pasos atrás, ni para tomar impulso. Continuará.
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