El último barómetro del CIS pregunta por la predisposición de la ciudadanía para vacunarse del COVID-19 cuando el remedio este disponible. Lo sorprendente del estudio es que hay una diferencia sustancial en la actitud proclive a vacunarse entre los electores de partidos de izquierda y los de partidos de derecha. El 49% y 46,1% de los electores del PSOE y Podemos son partidarios de ponerse la vacuna en cuanto esté disponible. Mientras que se pondrían la vacuna nada más llegar el remedio, el 36% de los electores de Ciudadanos, el 42,6% de los simpatizantes del PP y el 26,8% del electorado de VOX. Las diferencias son sustanciales y muy significativas, y convendría reflexionar seriamente a cerca de los motivos de estas.

La polarización política que se vive en España en los últimos años parece que, como otros muchos procesos, se ha acelerado con la pandemia y, sobre todo, con sus efectos y como reacción a los remedios que los gobiernos aplican para contenerla. Si ya antes de la llegada del COVID-19 en España existía un evidente enfrentamiento entre izquierda y derecha, la pandemia, al contrario de lo que se podría suponer al inicio, ha supuesto que el atrincheramiento ideológico, político y social se haya profundizado. Frente a un enemigo común que ataca al conjunto de la sociedad, que contagia sin distingo de clases, que perjudica a toda la actividad económica, lo normal hubiese sido que las fuerzas políticas y el conjunto de la sociedad se hubieran unido dejando al margen sus diferencias y querellas del pasado. Una calamidad que es como un desastre natural, de cuyo origen a nadie se puede responsabilizar, tendría que haber supuesto una ola de solidaridad y empatía que sirviese de argamasa para cohesionar a la sociedad y a los partidos.

Sin embargo, en España ha pasado lo contario a la vista de los encarnizados debates parlamentarios, las actitudes políticas en relación con las restricciones de la movilidad, o las dificultades para sacar adelante los estados de alarma. Sólo en las primeras semanas de confinamiento hubo tregua y unidad, quizás por el fuerte shock colectivo provocado por las imágenes de las morgues desbordadas, las UCIS saturadas y los sanitarios triplicando sus horarios. La conclusión es que junto a la vacuna del COVID-19, en España sería necesario descubrir una vacuna que evite una polarización total como la que estamos viviendo.

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