Puridad

Odio las audioguías, dan la píldora con sabor dulce y breve y te evita leer los farragosos libros

Pureza. Purísima. Salvo el título del artículo ninguna de las palabras anteriores me rechina. Antes se escribía mucho empezando con En Puridad, sobre todo el odiable Umbral. Se ha dejado de decir y de escribir por cuestiones obvias. Básicamente se ha dejado de escribir prácticamente todo pero esa expresión, especialmente, no la echo de menos. Y las Puras, el convento de monjas de Almería, ya es visitable. Por supuesto hay ya empresa con audioguía en construcción pero con los puntos a escuchar ya señalizados. Celebro esta nueva y que esto haga que ubique este convento ya que antes no lo ubicaba (soy solo medio almeriense, un almeriense de pro ubica todo en la ciudad, cada calle, cada bar, cada monumento, excepto el museo del cine). Y solo casualmente he oído la nueva en la radio. Y sólo casualmente he pasado por allí en domingo y me he dado a visitarlo por el módico precio de tres euros (para medio almerienses y de pro). Y he echado de menos todo. No solo la audioguía. Odio las audioguías, dan la píldora con sabor dulce y breve y te evita leer los farragosos libros, además te sientes como un cultureta con pantalón corto y gorra. Esa era la mitad de las visitas, las otras eran venerables ancianos (que horror, suena a escarnio, como ya les dije ya no se puede decir nada y por eso no se escribe nada). Todos apreciando el estímulo visual pequeño y sin echar de menos nada. Es como ver un documental sin sonido. Sin saber nada, sin saber que es lo que ves, donde está oculta la historia, de donde viene cada piedra, cada arco, cada sillar. Pero por favor, no quiera usted ser un erudito y sea solo un turista o un anciano (que se dice así y no es peyorativo) y tómese pronto , si piensa que volver a pagar los tres euros no es un derroche, la pastillita de la audioguía. Lo que pasa es que la audioguía no se la puede llevar a casa, no puede volver a cogerla cuando le apetezca, buscar en el anaquel atiborrado, dejarla a medio leer, volverla a encontrar pasados los años y desear otra vez retomarla donde la dejó e ignorar cualquier atisbo de orden y hojear y leer otra parte que le interesa. No puede investigar sobre el autor del que en la solapa solo vienen frases laudatorias. Yo quiero volver con mi libro y pagar otra vez los tres euros cuando haya audioguía y con mi libro sobre el monumento sentarme en los soportales del patio y disfrutar de la poca gente que va a ir.

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