Utopías posibles

Receta para que odien la escuela

En Primaria, perfeccione sus métodos. La asamblea (si la han hecho en infantil) es una chorrada y una pérdida de tiempo

Le dejo a continuación, estimado profesor, querida profesora, unos cuantos ingredientes.Con tres años, el primer día de clase, no haga ningún tipo de horario adaptado para el alumnado. De 9 a 2, que vienen demasiado mimados. No deje a las familias entrar en el edificio, no sea que se tomen demasiadas confianzas. No se le ocurra hacer nada que suponga levantarse de la silla, más allá de las dos horas de educación física semanales. Su obligación es permanecer sentados y en silencio. Cuanto antes cojan hábitos, mejor. No haga rincones, ni asambleas, ni juegos, ni canciones… la vida es dura, aprender no es jugar y cuanto antes sean conscientes de ello, mucho mejor. Dedique todo el tiempo a lo importante: leer y escribir. Por eso deben estar siempre haciendo fichas. Fuerce hasta la saciedad que terminen Infantil sabiendo leer y escribir.

En Primaria, perfeccione sus métodos. La asamblea (si la han hecho en infantil) es una chorrada y una pérdida de tiempo. Las cosas las decide el profesorado. Póngalos en fila o como mucho, por parejas. La biblia es el libro de texto. Utilizar cualquier otro material implica no terminar de dar la programación, que es nuestro objetivo más importante. No olvide hacer exámenes todas las semanas, desde 1º de Primaria. Cuanto antes sepan que lo importante es aprobar y no aprender, mucho mejor. Intente etiquetar a todo aquel alumnado molesto, que interrumpe, que saca las peores notas, que no sabe. Si no sigue el ritmo, usted no puede hacer nada. Deben llevarlo a un especialista. El mercado laboral es voraz, el pez grande se come al pequeño y no todo el mundo puede valer para todo ni tiene por qué llegar a la universidad.

Puede ocurrir que llegados los 12 años de edad todavía no hayamos conseguido que odien la escuela, por esa tendencia de las personas a buscar el lado positivo de las cosas. Si todo lo anterior no ha sido suficiente, al llegar a Secundaria multiplique por cuatro los exámenes, triplique el número de docentes, no disimule ni siquiera con el discurso (en Primaria al menos el discurso es muy indulgente y comprensivo), haga grupos de nivel, envíe el máximo posible de alumnado a programas específicos, aulas aparte, itinerarios para torpes… La única realidad es la que marcan los exámenes, y un 4,9 es un suspenso indiscutible. Nunca, jamás, reconozca que tiene algo que cambiar. ¿Ficción literaria? ¿exageración? ¿realidad?

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