Perdonar y pedir perdón constituyen, junto con el de perdonarse a uno mismo, la llamada “triada del perdón”. Perdonar y pedir perdón son acciones complementarias. Amigo lector, ¿en cuantas ocasiones nos hemos encontrado en circunstancias parecidas? Pero no lo olvide, es posible perdonar sin la petición explícita de pedir, verbalmente o por escrito, perdón, y ésta no ser correspondida, que eso es otra. Ante todo y por encima de todo, ha de quedar muy claro el reconocimiento de la ofensa, en este caso, quién es el ofensor y quién el ofendido. Comenta Georges Vaillant, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Harvard, que en épocas pasadas tener autoridad equivalía a estar exento de pedir perdón. Hoy día, ¡¡hasta ahí podíamos llegar!! El poeta zamorano León Felipe se expresó así y refleja el dolor de una persona anciana al ver la pérdida de memoria: “Las palabras se me van / como palomas de un palomar desahuciado y viejo / y solo quiero que la última paloma, / la última palabra pegadiza y terca, / que recuerde al morir sea ésta: Perdón.”

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios