La Taifa andaluza

El primero es la creación y desarrollo de un nepotismo clientelar propio de las tiranías

La Junta no existe. Hace muchos años que la administración autonómica fue fagocitada por los gerifaltes del espurio socialismo andaluz. El parlamento mermó hace tiempo su función para el debate vinculante y hoy no es más que una cámara cuya facticidad se reduce a la aprobación de las leyes emanadas del omnímodo poder de la taifa, necesarias para su abusiva función de control, vigilancia y maquinaria represora. Andalucía es la región más subdesarrollada de Europa, con el mayor índice de paro y la menor renta per cápita de España. Aún más, los datos actuales son sensiblemente peores que hace una década y se están desmantelando en parte la sanidad y la educación públicas, llevándolas a unos límites ínfimos de calidad. Los motivos que explican la perpetuidad del gobierno socialista andaluz, único caso entre todas las instituciones públicas españolas en los cuarenta años de democracia, son básicamente dos. El primero es la creación y desarrollo de un nepotismo clientelar propio de las tiranías. Otorgamiento de favores a un ejército de afines y prebendados que, como serviles perros cancerberos, defienden incansables al amo, generando así una cantidad cada vez mayor de represaliados y provocando con ello una división de la sociedad. Mientras el número de prebendados sea muy superior al de represaliados, el mantenimiento de la tiranía está garantizado; así resistieron muchas durante siglos. El segundo es la apropiación de la mitología popular andaluza sazonándola con una fingida teoría de izquierdas, incorporando a ella elementos del discurso de la lucha de clases, con idea de presentar al socialismo andaluz como el depositario de los valores ancestrales del pueblo y el único capaz de salvarlo de una derecha caciquil o franquista. La patria andaluza de hoy es una creación del socialismo espurio, que ha usado la radiotelevisión pública y medios afines para inocular un sentimiento regionalista-nacionalista a una población ignorante y aperreada, apelando a tópicos y exprimiendo las tradiciones más rancias y casposas. Se trata, como en el caso catalán, del modus operandi de cualquier ideología nacionalista de derechas, que usa un permanente discurso populista y trata con un perverso y falso proteccionismo a los ciudadanos, dirigido en realidad al exhaustivo control del territorio para localizar a los individuos o grupos no afectos al régimen.

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