El escritor Sergio del Molino ha popularizado el término "España vacía" que ha tenido un gran éxito, debido con toda seguridad a que es un acierto semántico: define perfectamente la situación y con el mínimo de palabras. Al rebufo de este éxito, algunos reivindicadores de oficio han querido enmendarle la plana (y lo han conseguido) estableciendo "España vaciada". También corto, pero mucho menos definitorio a pesar de que lo pretenden. Quieren con este cambio culpabilizar a alguien del vaciado o, más exactamente, despoblamiento de grandes zonas del territorio. Pero, ¿quiénes son los culpables? Según el tono en el que hablan los de "vaciada", los culpables son los receptores o acogedores de la emigración, o sea, los que vivimos en las ciudades que crecen. Lo cierto es que la gente se va a donde puede buscarse la vida, a las grandes ciudades y sus entornos industriales. Y esa es una corriente mundial, no española, ni camerunesa. Entonces, se supone que le echan la culpa al sistema, a la insolidaridad mundial, a la economía global…que es como no echarle la culpa a nadie o echársela a todos, o al menos a todos aquellos que tienen un buen vivir o un mediano pasar.

En cualquier caso, se nombre como se nombre el problema, la situación es la que es y la solución es bien difícil. Se puede tratar de suavizar el problema pero no de resolverlo totalmente. Eso no implica que no se deba intentar, y que cualquier medida que sea positiva debe ser estimulada, especialmente si proviene del sector público, ya que las fuerzas del mercado no van a hacer nada por sí solas: les conviene más invertir en Baracaldo que en Laroya. Laroya, por cierto, es uno de los pueblos más pequeños de Almería, que recientemente ha ofrecido el único bar -que se queda vacío o vaciado por jubilación- a una pareja con hijos para que el colegio (que tiene seis alumnos) pueda pasar de unitario a graduado, como se llamaban antiguamente. No sabemos si en estos momentos tendrá ya adjudicatario, pero este tipo de medidas es difícil que las adopte el sector privado, salvo ofertas de guardés y cocinera en la finca del CEO de la empresa, para matrimonio (o pareja) sin hijos.

Lo único que tenemos claro es que con cambiar vacía por vaciada no se va a solucionar el problema, igual que no se va a conseguir la igualdad da la mujer cambiando jueza por juez que, curiosamente es una palabra neutra o femenina: la nuez, la tez, la vez, la escasez, la vejez, la gilipollez.

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