La buena letra y el respeto a los demás

Una buena letra revela interés por establecer una comunicación; una mala letra, lo contrario

Días atrás, he participado en las reválidas del Bachillerato (igual en otra columna les cuento por qué no me veo dándoles un nombre diferente), he corregido exámenes y he asistido a su ejecución en persona. No en primera persona, como hoy se estila, porque no conozco a nadie que haya vivido nada en segunda de plural. Fue, en fin, llamativo ver a una criatura con el lateral izquierdo del rostro apoyado entero en la tabla de la mesa, el brazo pasado por encima del parietal derecho y con un par de dedos sujetando el papel en el que escribía o, mejor dicho, torturaba letras y márgenes. Visto lo que he tenido que descifrar corrigiendo exámenes, no parece haber sido un caso único. Les aseguro que algunos ejercicios necesitaban la máquina "Enigma" y a Turing y todo su equipo para descifrar los jeroglíficos que aparecían. Trazos incomprensibles, letras nanoscópicas (ojalá hubieran sido al menos microscópicas), renglones retorcidos, ondulantes o con inclinaciones de más de treinta grados… El catálogo de los horrores necesitaría dos o tres enciclopedias. El griego "kalós" habla de lo bello o bonito como su antónimo, "kakós", de lo feo o desagradable. Así, tenemos caligramas o caligrafía, pero caquexia, cacoquimia o cacofonía. A veces, confluyen lo bello y lo bueno y nos llevan a hablar de euforia, eufonía o eutanasia. Me dicen que bastante tienen las criaturas con sus nervios como para escribir bien y me niego a aceptarlo: la caligrafía se educa, como cualquier otra conducta que nos ayude a mostrar respeto al interlocutor. Una buena letra, sin necesidad de llegar al extremo del pendolista, revela interés por establecer una comunicación; una mala letra, todo lo contrario. ¿Cómo podemos comunicarnos cuando demostramos que se nos da un ardite el otro?

Enseñar la buena letra no es coartar la libertad: no creo en esta como ausencia de responsabilidad, sino como espacio de convivencia dominado por el respeto y la igualdad. No veo gran diferencia entre el "escribo como me sale del bolígrafo" y el "me tomaré una cerveza donde y cuando me salga del GPS": si el "yo" elimina al "nosotros" la convivencia se vuelve supervivencia. Ojalá, ya que no caligrafía, encontrara eugrafía pero, visto lo visto, mucho me temo que habrá que seguir apechugando con esta irrespetuosa relación con los demás, esa tendencia a aislarse del resto, esa falta de conocimientos o, en realidad, de civilización.

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