De lo que se trata en las elecciones del día 28 de mayo es votar para elegir alcaldes y presidentes en comunidades autónomas, pero lo que va a predominar en la campaña, es la presencia de Bildu, como si el partido separatista vasco se presentase en todos los pueblos y autonomías del Estado. Empiezo expresando mi condena, bajo un punto de vista moral, a la presencia de exetarras en las listas de Bildu, pero legalmente nada se lo impide. Dicho esto, hubo un tiempo en el que la banda terrorista ETA era una amenaza constante y cualquier día podía darse la noticia de una víctima mortal en un punto cualquiera del mapa de España. El objetivo que predominaba entonces, era acabar con esa situación criminal e insoportable. (Cuando escribo esto, no puedo evitar que me vengan a la memoria las noticias de primera página con el retrato de una víctima mortal y las dolorosas imágenes de funerales en televisión). Todos los presidentes de Gobierno apostaban por conseguir que ETA desapareciera. Hemos oído declaraciones de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, dispuestos, con razón, a negociar con los terroristas y legalizar un partido con la condición de que abandonasen las armas y que ETA dejase de existir. El 20 de octubre de 2011 se dio un primer paso cuando ETA anuncia el fin de la lucha armada y el 3 de mayo de 2018 anunció su disolución. La derrota de una banda terrorista y la creación de un partido sometido a la legalidad vigente fue un avance democrático por el que apostaron, en su día, gobiernos del PP y del PSOE. Bildu es una formación política legalizada por el tribunal Constitucional en el año 2011. Desde entonces tiene derecho a participar en elecciones democráticas y los efectos que produzcan sus intervenciones en las instituciones donde tengan presencia son inevitables. Ningún líder político que presida el Gobierno puede evitar que Bildu se manifieste como considere oportuno a la hora de votar, en el supuesto caso de que su voto le favorezca. En las últimas elecciones generales Bildu no votó a favor de Pedro Sánchez, pero su abstención permitió que sea presidente de España y tendrá que soportar la cantinela de Bildu el tiempo que dure su mandato. Núñez Feijó, prometiendo que nunca gobernará con el apoyo de Bildu, se lo pone muy fácil, cuando los separatistas vascos no estén de acuerdo con que Núñez Feijó presida el Gobierno, bastará con votar a su favor para que retire la candidatura.

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