Todos tenemos cerca un pelma

Con el pelma hay que encariñarse, no suele ser mala persona. Hay que alegrarse de verlo en la distancia

Es bastante complicado clasificar a los diferentes tipos de pelmas que uno va conociendo. Hay quien es un pelmazo cuando habla de su boda, otros son un pelmazo cuando habla de las calidades de sus viajes, y correrías varias en la mili, hay otros que son inaguantables cuando hablan de las carantoñas de sus mascotas, otros monopolizan las conversaciones con el futbol, etc. Podríamos decir que son pelmas sectoriales. Pero hay pelmas con vocación, que lo son siempre. En el fondo son gente agradable pero muy pesada cuando abordan según que tema.

Uno se va encontrando gente que a sabiendas son conscientes pronto de serlo y que persisten en ello perfeccionando su táctica y estilo de dar la brasa, de dar el coñazo. El pelma por antonomasia, fue pelma con sus padres y hermanos, ahora ya adulto, a sabiendas de su condición, busca sitios preferentes y céntricos para divisar mejor a sus víctimas y lanzarse sobre ellas. No lo olvide, suelen saludar agarrándote del brazo, diciendo que tienen prisa y cuando te das cuenta comienza a caminar a tu par y te da la brasa con temas de la enfermedad, o lo listo que es su hijo, no deja de apedrear a Pedro Sánchez y lo caro que está todo. No sé, a ciencia cierta que es mejor. Si le sigues la corriente y te metes en conversación tiene carrete para horas y horas. Si uno se calla, habla sin parar y te pone la cabeza como un bombo.

Será que no sé hacerlo, pero he probado diferentes fórmulas, incluso a dejarlos con la palabra en la boca, e irme. Pero llegan a no enfadarse. Te dicen un “hasta luego, hombre” y en ese momento empieza el avistamiento de otra presa. Nunca diga tengo prisa. No. Les excita más. No diga que va a una reunión, les suena a trola. No diga que le esperan otros amigos, que se engancha… Con el pelma hay que encariñarse, no suele ser mala persona. Hay que alegrarse de verlo en la distancia. Divisarlo, cerciorarse con la visual que está en forma y con buen aspecto y salud. Lo siguiente es acelerar el paso en dirección contraria. En el fondo y sin darnos cuenta, todos hemos sido pelmas más de una vez con alguien. Cuando nos ha invadido la pena por la muerte de algún familiar, por algo material que no nos ha salido bien, por tema de enfermedad o hemos sufrido un desengaño, por ejemplo. Escuchar está sobrevalorado. Uno coge fama de que sabes escuchar y ya parece que todos tienen algo que decir. No baje la guardia. En cualquier esquina le espera el pelma de turno.

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