El callejón del gato

Un cese como otro cualquiera

En la Administración saben la diferencia entre un puesto ganado por concurso y uno de libre designación

Todos los que trabajan en la Administración Pública saben la diferencia que hay entre un puesto ganado por concurso y un nombramiento de libre designación. En el primer caso se accede por méritos propios y en el segundo se accede, como se suele decir, a dedo. Para cesar a un funcionario de un puesto obtenido por concurso, se tiene que haber incurrido en alguno de los casos previstos en la ley que den motivos para ello y mediante el inicio de un expediente disciplinario, que se puede ganar o perder. En el segundo caso el puesto depende del dedo y basta con que mueva el dedo el titular del órgano que lo nombró para que el cese produzca efecto sin mayores contemplaciones. Cualquiera que haya trabajado en la Administración Pública ha visto nombrar y cesar a dedo a funcionarios, cuando se trata de puestos de libre designación, sin que ello haya supuesto el menor problema. Y todo empleado público que acepte la oferta para ocupar un alto cargo, que siempre son a dedo, es el primero que sabe que su duración en el mismo depende de la voluntad de la persona que tenga competencia para cesarlo. Eso no quiere decir que el funcionario se quede en la calle, sino que se traslada a un puesto acorde con su nivel en la escala. Son las normas de la casa. Por eso no entiendo el revuelo que se ha montado por el cese de Pérez de los Cobos. Para que en su día fuera llamado a ocupar el puesto que ahora deja, otro de su misma categoría profesional tuvo que ser cesado y nadie sabe ni de qué persona se trata ni cuando se produjo el cambio. En este caso un trámite habitual en todas las ramas de la Administración, ha sido la cuestión principal que han utilizado los partidos de la derecha para atacar al gobierno de Pedro Sánchez en los últimos plenos celebrados con el fin de prorrogar el Estado de Alarma. Dispuestos a votar en contra de la propuesta que motivó la convocatoria del pleno, ni Casado ni Abascal expusieron una sola razón que motivara la conveniencia de acabar con el estado de alarma. Su única obsesión en el pleno del Congreso era atacar al Ministro Grande Marlasca por haber cesado al coronel Pérez de los Cobos de un puesto de libre designación. Cuando un simple cese, lo han elevado poco menos que a la categoría de un comportamiento delictivo para atacar al Gobierno, cabe sospechar qué maniobras llevarían entre manos Abascal y Casado con el coronel Pérez de Cobos para defender, contra viento y marea, su permanencia en el cargo.

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