¿Contra tí o contigo?

El clamor del pueblo, que pide justicia, supera toda estrategia si la deiversidad no se sabe confluir

Cualquier confrontación dialéctica que se precie debe saldarse, mediante democrática votación, en dos bloques bien diferenciados: el de los vencedores y el de los vencidos. Esa victoria (resp., esa derrota) es la evidencia del acierto (resp., error) de tu posición ideológica, y con el contrario ya no tienes nada más que hacer. Así es como un partido clásico de izquierdas sabe zanjar sus procesos: matar políticamente a las personas que no están alineadas con tus tesis es obligado. Hasta es normal que se vea en muchos ambientes incluso ajenos al cainismo de la izquierda política. En Podemos, que hay más de todo que en botica, no han faltado los sobrados que, desde el minuto uno, han dicho cosas tan simpáticas como "si alguien hace agujeros en el barco, al agua con él". Por si nuestro refranero no fuese rico en aseveraciones que valen para todo, en momentos de discernimiento colectivo es cuando la imbecilidad individual cobra un gran protagonismo: parece que el enemigo a batir es el compañero de partido con el que confronto mis ideas, cuando el verdadero enemigo es el compatriota con el que lucho por el justo reparto de la riqueza que, entre todas las personas que vivimos en este país, producimos para el bien común.

Y en esa confrontación, no faltan estas lumbreras intelectuales, nacidas para mandar, que se apuntan a un "después de la marcha de ese sector hemos ganado en cohesión interna". Pues hasta esas personas tan despistadas son imprescindibles: son los atontaos que desde la Izquierda no saben nada más que gritar y desde la Derecha saben tragárselas todas. Son los tontos útiles, de unos y otros partidos, que cobran vida 0-1 en función de dónde caen por la suerte de nacimiento o crecimiento; en la Derecha: tragando quina esperando mejor momento; en la Izquierda, cuales Caínes al servicio de un bien más elevado. Si tras las jornadas de este pasado fin de semana en el llamado Vista Alegre II, todas las personas que han entrado en el debate plural salen a la acción desde la humildad y la unidad que han reclamado, es muy posible que estemos asistiendo al parto de algo nuevo. Si, por el contrario, la diversidad de estrategias no se sabe hacerlas confluir en una tarea colectiva donde no sólo no sobra nadie sino que siguen faltando manos, un nuevo fracaso histórico estará delante de nuestras narices. El clamor del pueblo, que pide justicia, supera toda estrategia.

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