El día de la salud: 22 de diciembre

Un día en que se olvida hasta la crisis tan aguda que estamos padeciendo, y que va para largo

Se aproxima con la sonrisa del azar. El viernes es el gran día; el día de los sueños, el día de la esperanza, de las ilusiones. Pero que el azar sonríe a otros se aprende ese día. Los niños del colegio de San Ildefonso suelen ser los aliados de los demás (un Gordo muy repartido, “tenemos salud”, ha tocado a los que más lo necesitaban, etc). “No es una vergüenza ser pobre, pero tampoco un honor”, decía Chaim Topol en la película “El violinista en el tejado”, antes de cantar “Si yo fuera rico”. Tal vez quienes compramos lo hacemos con el propósito ilusorio de comprobar en nuestras propias carnes que el dinero no da la felicidad.

Estos días se habla mucho de Doña Manolita, de La Bruja de Oro, de la administración de Sort que son las administraciones que más premian, quizás la verdadera suerte consista en saber vencer el implacable fatalismo de los tiempos que nos toca vivir cada día, rodearse de las personas que irradien “ese punto de confianza que hace la vida posible”, palabras de Virginia Woolf y domesticar “el miedo a la falta de sentido que es el destino humano”, en boca de Joan Didión. Un día en que se olvida hasta la crisis tan aguda que estamos padeciendo, y que va para largo. Pero todos, no solo lo españoles, sino ciudadanos de todos los rincones del mundo, que han pasado por nuestro país, y que han batido otra cifra record de turistas que incrementan nuestro P.I.B., de vacaciones, o de trabajo, tienen la mirada puesta en el susodicho día.

Comprar lotería de Navidad es un ritual para muchos españoles y la superstición aflora en su máximo esplendor. Que te ofrezcan el décimo de lotería con la mano derecha; frotarlo en la espalda o en la chepa de alguien, pasarlo por el vientre de una embarazada… Todas las opciones son válidas para atraer la suerte, y en eso, este nuestro país es único. Si estás viendo el número desde el mes de agosto, en la cafetería donde desayunas, o en el bar de costumbre, ambos lugares que se visitan con asiduidad, a lo último te dices, “mira que si toca”. Y aflojas la cartera y…otro décimo más.

Nunca se sabe si ese día la suerte, su compadre el azar, una alineación correcta de los planetas en la confluencia de Venus con mi signo, ¡¡vaya usted a saber!! Este que suscribe siguiendo el irónico consejo de un padre bueno, no apuesta por el Gordo sino por el segundo premio, “ya que al primero aspiran todos”, me decía.

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