La tapia del manicomio

La herencia de Franco

Parece que también consideran fascistas a todos los catalanes que no han votado al separatismo

Ahora que la hija de Franco está tocada de salud, hay una honda preocupación con la herencia del dictador. Sirva esto para darle la razón una vez más a Rafael el Gallo, uno de nuestros referentes filosóficos por su conocido "aforismo": "Hay gente pa tó". ¿Alguno de ustedes aspira a pillar algo de la mencionada herencia, que según algunos anda por los 500 millones de euros? Aunque, teniendo en cuenta el origen de tamaña fortuna, todos los españoles tendríamos alguna parte que reclamar. Por otra parte, si aceptamos las conclusiones que sacan cada día los indepes, los antisistema, los ácratas, Ada Colau y, sobre todo Pablo Iglesias (a) El Coletas, la herencia de Franco no sólo es el mogollón de billetes y fincas, sino el fascismo que todavía nos infecta a la gran mayoría. No sólo al Gobierno, que por supuesto siempre será fascista para esta pandilla, sea del partido que sea, sino a jueces, fiscales, ujieres, militares con y sin graduación, todos los dirigentes europeos excepto los ultraderechistas separatistas, cazadores, toreros, taurinos, flamencos, cantautores como Serrat o novelistas como Marsé, filósofos, economistas excepto Sala-i-Martín… y todos los periodistas y columnistas excepto los que salen en Ara, TV3 o Catalunya Radio. Parece que también consideran fascistas a todos los catalanes que no han votado al separatismo. No digamos aquellos a los que se les ocurre llevar o poner una bandera no estelada, esos son los fascistas más redomados, insalvables, perdidos para la democracia, a los que habrá que expulsar del territorio de la república democrática catalana. Pero, vamos, al día siguiente de la proclamación, no vayamos a que apliquen otra vez el 155 y salgan a la calle a celebrarlo.

Es curioso como la perversión del lenguaje y la inversión de significados, hace que los que se comportan con la intolerancia y las coacciones típicas de los regímenes fascistas, llamen fascistas a todos los que se oponen a sus dictados y hasta a sus gustos. Por cierto, lo de la inversión del lenguaje también lo hacía Franco, seguramente aprendido de los nazis. Y de Franco, por lo que se ve a diario, lo han aprendido los que nos llaman fascistas a todos los demás, cuyo listado no es cosa de repetir porque ya los hemos citado arriba. Y todos nos conocemos en este país.

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