La cuarta pared

Lo importante

Como un bombero bien entrenado apagando fuegos, sustituyendo lo importante por lo urgente

Cuando empezamos esta sección hace ya cosa de dos años, teníamos muchos te-mas que abordar, muchas reflexiones escritas guardadas en una carpeta titulada: cajón desastre. Cada semana esperaba, como agua de mayo, a que llegase el do-mingo por la mañana para poder sentarme en mi escritorio y vomitar todos los pen-samientos y reflexiones que había acumulado a lo largo de la semana. Pero, el transcurrir de los meses fue vaciando esa carpeta y dando paso a otros temas cla-ramente influenciados por las experiencias e inquietudes del día a día. Cualquier situación o concepto abordado en algún libro o película eran el motor de mi inspira-ción, sobre todo cuando tienes el placer de poder dedicar tiempo a tu crecimiento personal como artista.

Sin embargo, si no consigues rodearte de situaciones inspiradoras es muy compli-cado alimentar la sed del conocimiento. Corres el riesgo de verte como un bombero bien entrenado apagando fuegos, sustituyendo lo importante por lo urgente. Olvi-dándote del por qué y centrándote en el cómo, al igual que un cantante más preo-cupado por la estética de su vestimenta que por componer temas que verdadera-mente toquen el alma de quien los escuche.

Solo somos conscientes del valor de lo fundamental cuando su carencia inunda nuestros pensamientos. Pero una revelación puntual no deja de ser un destello sin materia, se necesita constancia y compromiso para mantenernos alerta y poder se-pararnos de la vorágine de rutina que inunda nuestros días. La vida es fugaz y tus actos y creaciones te definirán cuando ya no estés.

Por ese motivo es importante remarcar que, en todas las facetas del arte, tener algo que decir es el principal móvil de cualquier obra. Al fin y al cabo, no deja de ser una forma de expresión, y el mensaje que intentes transmitir lo es todo. No importa si es certero, bello o transgresor, la cuestión principal es su existencia.

A veces, es necesario pararse un momento y afilar el hacha para poder seguir cor-tando leña, aunque eso suponga no encender el fuego esa noche. Yo personal-mente, a pesar de tener una formación fundamentalmente técnica, me enseñaron a abrir la mente y cuestionarlo todo. Encontré mi pausa en la escritura, te obliga a detenerte y tomarte un tiempo para reflexionar. No puedes pensar más rápido de lo que tu mano esboza las letras porque sino, la caligrafía no la entendería ni un médico.

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