Utopías posibles

La isla de la antieducación

El problema puede venir cuando niños y niñas de tan corta edad crean que eso son las relaciones de pareja

Esto debe leerse con voz distorsionada, imaginándome en una sala oscura, con la cara tapada para guardar el anonimato: lo confieso, yo también veía telebasura y "reality shows". Mucho. Hasta que un día me cansé, sin más. Para mí era como esos documentales de la 2 que antes echaban al mediodía, buenísimos para desconectar y echar una siesta. Con un "reality show" es imposible pensar en algo. La mente se queda plana, en blanco, cuando no anestesiada ante la fauna que aparece en pantalla. La primera edición de Gran Hermano se emitió en el año 2000. Yo tenía en aquel entonces 23 años. Ya sabía distinguir bastante bien entre la realidad y la ficción, además de que había pasado por varias experiencias amorosas. Tenía una pareja estable, con la que años después, me casé. ¿Por qué cuento todo esto? Porque hoy toca tirar de las orejas (y bien fuerte) a las familias. No es lo mismo ver un reality con 23, que con 16, o con 9 años. Llega a mis oídos, por distintas vías, que hay clases enteras de 4º, 5º y 6º de Primaria (entre 9 y 12 años) enganchadas a "La isla de las tentaciones", ese programa donde preseleccionan parejas (guapísimos ellos, guapísimas ellas) para que sean infieles. Un programa donde el culto al cuerpo, al sexo sin amor ni sentimientos, la lujuria y la falta de valores son la tónica. Hago un paréntesis. Nada en contra de las personas adultas que lo ven. Uno tiene derecho a ir a McDonald's a destrozarse la salud, o incluso fumar y destrozarse el pulmón. Otra cosa es el tipo de sociedad que genera toda esta porquería, pero ese es otro tema. El problema puede venir cuando niños y niñas de tan corta edad crean que eso son las relaciones de pareja, que la manera de relacionarnos se basa en mirarse el culo y las tetas, que es irremediable ser infiel, que uno debe pensar en su propio disfrute sin ningún tipo de repercusión ni cargo de conciencia, sin caer en esa chorrada de los sentimientos, el cariño o la lealtad. Los mismos padres y madres que permiten que sus vástagos estén hasta la 1 de la madrugada enganchados a la isla, se llevarán las manos a la cabeza cuando su hija tolere el machismo, la infidelidad o incluso los malos tratos. Pondrán el grito en el cielo diciendo que "la juventud está cada vez peor", ante un nuevo caso de violación en grupo por parte de adolescentes. Si es su hijo, dirán que "es muy bueno"… solo que le educó el porno y la telebasura.

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