Q ué triste levantarnos un lunes después de unas fiestas tan bonitas con noticias tan desoladoras que generan una rabia infinita. Les hablo de la lacra de la violencia machista. Veníamos de un diciembre también, repugnante y desquiciante, pero por lo que vemos la historia se repite. Vuelve a ocurrir lo mismo con un Ministerio de Igualdad que no hace nada de autocrítica. Mucha propaganda, pero poca actuación social y política para mitigar esta pesadilla infinita. Lo triste es que no hay un simple reconocimiento de que las cosas han ido para atrás. No lo digo yo, lo dicen los datos, aunque la ministra solo echa la culpa a los jueces por su "machismo". Los números ya alcanzan más de 120 revisiones de condenas a la baja y la excarcelación de 17 condenados por la ley del 'Solo sí es sí'. Es impresionante. A pesar de esto, nadie dice nada. Fíjense que compañeros de Gobierno lo han dicho públicamente, aunque luego Sánchez haya pegado el toque para que rectifiquen. Es el caso de Margarita Robles. Lo preocupante es que se ha pedido ya por vía urgente, como es el caso de la Consejería de Igualdad de Castilla-La Mancha (PSOE), que se modifique la norma. No entiendo cómo es tan difícil algo que es de sentido común, como dice algún amigo: "de cajón de madera de pino". No podemos permitirnos que estos hechos sigan ocurriendo y que lo máximo que haga Irene Montero es escribir un Tweet. Mire, es fácil, siéntese a arreglar su nueva ley y revise el Pacto de Estado contra la Violencia de Género que muchos ayuntamientos, que están sufriendo estos sucesos, le piden. Es importante la prevención, una buena materia educativa y hacer que la sociedad avance y luchar por lo igual para todos. Todo esto está en nuestra mano. Lo triste aquí es que las asociaciones de víctimas salen a la calle día a día durante años y nadie en lo político escucha para erradicar de raíz el problema. Lo importante es sacar carroña política y culpar al otro de lo que hace. El consenso ha desaparecido en los que nos representan. Ahora, Interior va a intentar reunir a los cuerpos de seguridad, pero, como dicen, es imposible proteger a cada víctima en la puerta de sus casas. Señora Irene Montero, es el momento de sentarse a escuchar a los que realmente saben de la materia, reconocer los errores y actuar.

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