República de las Letras

El líder de los pobres

Lo que iba a ser una crítica a Podemos deviene en filosofía hecha a bote pronto y de mala gana… con Dios por medio

Salvador En política, la autocrítica, además de contraproducente, es inútil, porque para eso, para criticar, ya están los otros, los adversarios de fuera y de dentro. Tampoco la crítica externa vale la pena a toro pasado tras las últimas elecciones. Así que este artículo, que iba a consistir en una crítica a Podemos por su trayectoria en declive desde las acampadas indignadas del 15-M a las elecciones del 26-M; por su eliminación de elementos valiosos para la política nacional y para la izquierda como Errejón y Bescansa, entre tantos otros que representaban a las zonas moderadas del movimiento; por su caída en Andalucía en manos de los anticapitalistas, que les hizo perder votos y escaños en las últimas elecciones regionales; por la demasiada visibilidad de elementos extremistas, que no por serlo deben ser escondidos ni apartados, pero que es evidente no han atraído votos del electorado de izquierda independiente, y, sobre todo -sin agotar, ni mucho menos, la lista de los errores cometidos-, por basar su desarrollo electoral en la actividad en redes sociales y en grupos jóvenes universitarios que son, por definición, un electorado volátil y cambiante, mientras los militantes y líderes locales son totalmente desconocidos en la calle, en los barrios, en las asociaciones de vecinos, etc., este artículo, digo, que iba a nutrirse de todo eso, ha devenido, conforme lo escribía, en una especie de filosofía hecha a bote pronto y de mala gana. He aquí:

Todos pensamos casi las mismas cosas. Nada hay nuevo bajo el sol. Todo está inventado, aunque no todo esté hecho. Las ideas son poco diversas entre los que vivimos bajo un mismo cielo, sobre el mismo suelo. Sólo la Obra de Dios alcanza la perfección, como es perfecto Dios mismo. El Ser Humano es por definición, y desde la caída en el Edén, imperfecto, y todas sus obras lo son también. Dios, como ser perfecto, es eterno. El Hombre, como ser imperfecto, es finito. Y con él sus obras. La Historia del Hombre es la historia de la imperfección, es la historia de sus obras, todas imperfectas, todas finitas: Religiones y Estados -¡oh, Lennon, qué acertado fuiste!-, Repúblicas, Monarquías, unidades ideológicas, geográficas o económicas..., todo cambia, todo acaba. Todo pasa, nada queda -te equivocaste, viejo Machado-. Nada es perfecto: sólo Dios. Mientras tanto, y como dice mi amigo Rafael, paz y bien para todos. Porque sí, se puede.g

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios