La procesión va por dentro

Vivir por dentro es una morbosa reclusión en uno mismo que tiene efectos perniciosos

Los escuetos versos de una soleá pueden decir tanto como un tratado. Además, no necesitan de la erudición, sino de la sabiduría popular, que se hace genialmente concisa. Pero no como esas "píldoras de pensamiento" con que se da nombre, y forma, a los recetarios sintéticos, a fin de constreñir asuntos, necesariamente extensos, y tener así un conocimiento de ocasión, incompleto y poco fundamentado. Valgan estos tres versos del cante: "Que nadie se llame a engaño / aquel que vive por dentro / por dentro se está matando". Son del poeta español Rafael Montesinos, que murió en 2005, y expresan, con meridiana claridad, los efectos del no menos popular "llevarse las cosas para adentro". Habitualmente, las cuestiones que se interiorizan de manera malsana tienen que ver con problemas psíquicos y estos, somatización mediante, se transforman en síntomas orgánicos -los que alertan de los males- de manera involuntaria. De resultas, situaciones que afectan emocionalmente, o que son debidas a coyunturas de distinta naturaleza, llevan a patologías cuyos síntomas tienen, generalmente, otro origen. Vivir por dentro, en este caso, debe entenderse de manera distinta a la introspección, y distinguirlo importa. Esta última pudiera relacionarse con el autodiagnóstico, ya que, en definitiva, se trata de realizar una mirada interior que contemple los propios actos y los estados del ánimo; aunque, en ocasiones, no agrade, e incluso asuste, encontrarse con lo que uno mismo guarda. Tal introspección, por otra parte, suele ser momentánea y se acomete para situarse mejor en la vida por fuera, donde de ordinario se mantienen otras relaciones y encuentros que ayudan en las encrucijadas del vivir o lo hacen más feliz y dichoso. Vivir por dentro, sin embargo, es una morbosa reclusión en uno mismo, continua en el tiempo, de modo que se agudizan los perniciosos efectos de ese encierro tan íntimo como patológico. Una variante de tal estado resulta apreciable cuando "la procesión va por dentro", al encontrarse alguien en situación difícil, pero con disimulo o sin exteriorizar el sufrimiento que se padece. Y entonces extrañan o sorprenden desgracias inesperadas que pueden quitar la vida a quien, por distintas razones, la vivía por dentro.

Sartre se equivocaba al pensar que el infierno son los otros.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios