La cuarta semana de septiembre entrevisté a José Gomes junto a Carlos Cariño para el diario AS con motivo del comienzo de liga del Almería. El día después se presentaba en el Patio de Luces de la Diputación Provincial la decimoquinta edición de la Titan Desert, que se disputaría medio y mes después por primera vez en Europa de manera íntegra. La organización aplazó la fecha inicial de la prueba, emplazándola a la provincia almeriense en noviembre, por motivos sanitarios: el desierto del Sáhara por el de Tabernas, el único del viejo continente. Para la prueba vendría Dani Miranda, compañero de Madrid especialista en ciclismo. Sin embargo, la coincidencia con La Vuelta (un éxito total que se haya terminado en estas circunstancias) provocó que me encargasen cubrir la cita. Aunque me encanta el ciclismo, apenas me sonaban los nombres de Mantecón y Betalú, de los mejores en MTB. Alojados en un hotel de El Toyo y con el cuartel general montado en el Mini Hollywood la experiencia no ha podido ser mejor a pesar de que se dormía poco y se madrugaba mucho. Para las 7 de la mañana había que estar en la recepción del hotel para subirse a uno de los coches de la organización y seguir a los ciclistas, entre los que se encontraban nombres de la talla de Indurain padre, uno de los mejores deportistas de la historia; Chavanel, corredor que más veces ha participado en el Tour; o Zubeldia, el español con más participaciones en la ronda gala. El ambiente fue excepcional, respirándose deporte y salud por todos lados con unos paisajes almerienses de película y la suerte de poder descansar dándose una vuelta rodeado de panteras, gacelas y otros animales. Todo ello junto a Carlos Barba, magnífico fotógrafo, coincidiendo con otros amigos como David o Paco, con ganas también de ver al pelotón. Un pelotón en el que había numerosas historias, como la de Christian Silva, a quien le amputaron un brazo por un accidente laboral en una carnicería, hecho que no le impidió recorrer los 400 kilómetros, con el granizo de Velefique incluido. Todo ello compensa esa falta de respeto de los políticos que se colaron a la hora de hacerse las pruebas médicas. Clase, la llaman.

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