Llega el Día de Todos los Santos y es imposible no recordar la mítica fiesta de la plantilla del Betis en la casa de Benjamín hace ya dos décadas, con Manuel Ruiz de Lopera sorprendiendo a los jugadores. En clave rojiblanca, años después (hace ya casi una década...), pero también por estas fechas no fueron pocos los jugadores del Almería que salieron a celebrar la moda de Halloween bajo unas máscaras para que los aficionados no pudiesen reconocerlos. Las juergas dan para muchas historias y el debate sobre hasta qué punto tiene que cuidarse un deportista tiene carácter sempiterno.

Lo que no parece normal es que se llegue a cuestionar, por ejemplo, que Joao Félix se vaya a celebrar el cumpleaños de su novia jugando a los bolos después de la eliminación del Atlético de Madrid en Liga de Campeones como si echar una partida tuviese una influencia en el rendimiento sobre el verde o si es una falta de respeto a su hinchada no encerrarse en el domicilio. El foco hay que ponerlo en el descanso previo al encuentro, con esos deportistas que trasnochan demasiado horas antes de afrontar el examen que es un partido.

No hace falta ser profesional para que se imponga la lógica y descansar antes de disputar un partido, aunque la división no sea profesional. Simplemente por respeto a los compañeros, quienes seguramente esperan que todos los miembros de un vestuario den lo máximo y qué mejor que haber dormido lo suficiente y llegar al campo sin haber ingerido una buena dosis de alcohol. En otro escalón se sitúan aquellos que parecen no tener cerebro, retransmitiendo la fiesta por redes sociales. Los deportistas salen y es algo normal. El problema es cuándo, siendo una falta de respeto hacerlo horas antes de un partido. Pero si se comete el mal, qué menos que hacerlo bien y dejar las mínimas pistas posibles. Algunos en eso son un auténtico ejemplo, pero otros muestran su bajo coeficiente intelectual...

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