Seguramente han escuchado la pregunta al haber aparecido la respuesta en todos los medios de comunicación. Rubén Rozas le preguntó a Carlo Ancelotti acerca del debate, de actualidad, sobre la presencia de cámaras y micrófonos en espacios como el vestuario o en las charlas técnicas durante las pausas de hidratación (¿por qué utilizar palabras inglesas teniendo un rico vocabulario propio?). Este periodista está incluso de acuerdo en que el vestuario es un lugar sagrado para los futbolistas. Pero en un mundo donde las palabras van por un lado y los hechos, por otro (todos se quejan del calendario cargado y de las giras en pretemporada, pero nadie se niega), la pregunta de Rubén Rozas era buenísima al depender los presupuestos actuales en gran medida de lo ingresado por las televisiones. El propio Vicente Moreno, de hecho, comentó el día anterior que por su parte "plena predisposición" en ayudar a las cámaras. Si dependiese del que suscribe, no entrarían a este espacio donde, como sabe todo aquel que ha jugado al fútbol, se dicen cosas que no salen de esas cuatro paredes.

Pero el objeto de este artículo no es ese, sino en lo ridículo de la pregunta como han expuesto numerosos personajes (casi todos, anónimos) en el estercolero que son las redes sociales.Al acabar la rueda de prensa Rubén lo pasó mal por todas esas críticas. Seguramente por querer una aprobación absoluta y no darse cuenta de que esto está lleno de gentuza, cuyo único objetivo es hacer daño por hacer. Esa gentuza que califica el trabajo de un profesional absoluto, humilde y trabajador como nadie por el minuto que dura su pregunta al considerar que su intención era dañar al Real Madrid (¡alguno hasta aseguró que Rubén era un subordinado de no sé qué conspiración judeomasónica!). Y sí, como se puede comprobar, se puso nervioso al preguntarle a un tipo como Ancelotti. Ojalá los males de la sociedad fuesen ponerse nervioso, tener su voz (¿qué es una voz 'buena'?) y no tener maldad. Mejor eso que ser un hijo de puta.

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