AMAR Y TRABAJAR

Sí es frecuente observar que la poca educación o incluso la mala condición busquen de excusa la enfermedad mental

El debate de lo que consideramos normal, diferente o socialmente aceptable viene de lejos. Si a este conflicto le añadimos la variable de la salud mental la controversia está asegurada.

En Psiquiatría manejamos diagnósticos que en la calle tienen otro significado. Así nuestro concepto de una depresión no es equivalente a decirle a un amigo que lo veo depre. De igual modo una sesión clínica sobre un paciente con trastorno disocial de la personalidad no guarda relación con el uso que el cine o la prensa concede al término psicópata. Los medios se hacen eco estos días de como se está desatando una auténtica psicosis por miedo al Covid-19, cuando clínicamente usamos este concepto para referirnos a otra entidad bien distinta.

Pareciera que el uso habitual de esta terminología nos faculta para catalogar, prestos, a alguien de loco o para concluir que hay que estar enfermo para hacer algo así.

Si queremos evitar el prejuicio rápido y no aumentar el sufrimiento de aquellos enfermos de verdad sugeriría dos criterios elementales. El primero de ellos consistiría en el dolo causado de modo intencionado. Jamás he visto a un paciente que, víctima de su patología, cause daño de manera deliberada. El delirio no se relaciona, por sí mismo, con ningún atisbo de violencia. Sí es frecuente observar que la poca educación o incluso la mala condición busquen de excusa la enfermedad mental para sortear las consecuencias que la sociedad impone a quien viola las normas básicas de convivencia.

Por otro lado sugeriría emplear la funcionalidad para clasificar conductas anormales. ¿Es capaz de cuidar de sí mismo y sus semejantes? ¿Acude cada mañana a su trabajo o a sus estudios desenvolviéndose con razonable soltura? ¿Ama y es amado? La respuesta afirmativa a estas cuestiones vitales básicas orienta a que, con independencia de la extravagancia que observemos, por diferente que veamos al otro, la salud mental está garantizada.

De este modo conviene tener en cuenta que si deseamos caminar hacia una sociedad más justa e inclusiva debemos evitar la etiqueta rápida. Apoyemos sin señalar al que lo pueda precisar y no confundamos la maldad humana con la patología mental.

En cierta ocasión le preguntaron a Freud qué era para él la salud. Él, tras meditarlo unos segundos, respondió que, sencillamente, era la capacidad de amar y trabajar.

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