Cuando se hace bola

Las consecuencias negativas de no elaborar bien un evento traumático pueden ser diversas

Hace unos días, en un restaurante, uno de mis hijos ejecutó una maniobra elusiva sacándose de la boca un trozo de jamón. Acto seguido lo camufló prudentemente en la servilleta. El gesto no me pasó desapercibido y, al ver que lo miraba, exclamó: “se me ha hecho bola”. Y eso, efectivamente, lo decía todo.

Más tarde, por deformación profesional, le di alguna vuelta a su expresión y recordé como yo mismo he utilizado ocasionalmente una frase similar para explicar a algún paciente los síntomas psicopatológicos que venía padeciendo. Constantemente nos vemos abordados por asuntos de todo pelaje que precisan pasar por el filtro de nuestra psique. Los atranques con la pareja, las preocupaciones con los hijos, la incertidumbre laboral, los problemas de salud, etc. Todas estas circunstancias y muchas más nos asedian sin descanso, algunas de una forma masiva e intensa. Para que podamos procesarlas, tomar distancia y llevarlas del mejor modo posible nuestro aparato mental debe elaborarlas. En términos “digestivos” sería el equivalente a masticarlas y digerirlas. Si este proceso no se lleva a cabo adecuadamente se nos acaba “haciendo bola” y comenzamos a sufrir a nivel emocional.

Las consecuencias de no elaborar bien un evento pueden ser diversas. En primer lugar es probable que persista el malestar emocional reviviendo las emociones negativas relacionadas con ese evento, como la tristeza, la ira o el miedo. La falta de elaboración puede llevar también a la rumia constante sobre el evento; esto es la persistencia de pensamientos reiterativos y obsesivos. Y, por supuesto, en algunos casos puede acabar constituyendo auténticos trastornos mentales como la depresión o la ansiedad.

Por fortuna existen diferentes estrategias que pueden ayudar paliar los efectos negativos de un proceso traumático en nuestro bienestar emocional y mental. Puede ser útil practicar técnicas de relajación, meditación y el ejercicio físico regular. Resulta también necesario permitirse sentir y expresar las emociones negativas asociadas con el evento. Es de especial interés comunicar con amigos de confianza, familiares o seres queridos. Y por último practicar el perdón (hacía uno mismo y los demás) y tomarse el tiempo necesario pueden acabar siendo las herramientas claves para que la vida no se nos atragante demasiado y se haga tal bola que sólo nos quede escupir los restos y esconderlos donde no se vean.

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