La tapia del manicomio

Burras de canto

Vamos a ver, ¿quién tiene un fax en su casa? O conoce una copistería que lo tenga todavía

Menos mal que no vivimos en el extranjero y podemos llevar la papeleta del voto al colegio electoral cerca de casa. Los que sí viven fuera y quieran votar tienen que hacerlo por fax. Vamos a ver, ¿quién tiene un fax en su casa? O conoce una copistería que lo tenga todavía. Lo cierto es que cuando nos ponemos somos la leche de modernos. Hubo un tiempo, no hace tanto, en que tener un fax en la oficina era ser vanguardista en la gestión empresarial. Luego se generalizó hasta en domicilios particulares y poco después fue sustituido por el correo electrónico, que ya está también entrando en la obsolescencia gracias al guasap.

Por ejemplo, cuando uno tenía que hacer cualquier operación en el banco, se pasaba por la ventanilla de la sucursal del barrio, lo atendía un empleado que encima le daba los buenos días y ya está. Empezaron por desviar una buena parte de las operaciones al cajero automático de la puerta de la calle, que ni siquiera dice "su tabaco, gracias". El próximo "avance", ya mismo, es que tendremos que comunicarnos con el banco mediante el teléfono móvil. Ya ha anunciado uno de "nuestros" grandes bancos que ya más de la mitad de sus clientes operan con ellos exclusivamente vía electrónica. El hecho es que todo el trabajo que hacía el personal del banco se lo traslada al cliente y no por eso deja de cobrarle comisiones. Y encima nos quieren meter la burra de canto diciendo que son unos fenómenos dando servicios modernos y que nos hacen un favor convirtiéndonos en ciudadanos dignos de la era tecnológica, la inteligencia artificial y la economía colaborativa (menudo timo).

Los bancos no son los únicos que se matan por hacernos favores: recientemente se ha estrellado otro avión Boeing y nos enteramos que la causa es que el ordenador de a bordo manda más que los pilotos y cuando éstos consiguen tomar el mando del aparato ya es tarde y van en caída libre. Y los coches van por el mismo camino, para que no tengamos que molestarnos en pisar pedales y mover la servodirección. Ya se estrellarán ellos por nosotros, con nosotros dentro. Los beneméritos fabricantes de electrodomésticos nos van a ahorrar los tremendos trabajos de mirar lo que hay en la nevera y llamar por teléfono al súper. Lo penúltimo ha sido un robot que ha entrado en una UCI y le ha dicho amablemente al paciente que le quedan dos días de vida. Feliz futuro.

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