Compasiva humanidad

Hay situaciones ante las que no queda otra que confiar en la generosidad compartida, en la compasiva humanidad

Alos mecenas se debió, en sus orígenes, el florecimiento de las letras y las artes, y se deben, en la actualidad, no pocos auxilios, con la forma del "crowdfunding" que, además, extiende y hace mucho más copartícipe el altruismo por mor del "micromecenazgo". Ya que no suelen buscarse recompensas con las donaciones, como no sea, mas esta también puede ser una gratificación íntima, la confortación solidaria. Propósitos, necesidades o apremios hay de muy distinta condición para reunir pequeñas, pero numerosas, aportaciones que socorran desde urgencias vitales hasta la materialización primera de iniciativas creativas, empresariales, incluso políticas, para las que no se encuentra financiación más o menos convencional. Es habitual que, en este compartido mecenazgo, participen quienes, por parecidas razones, no pudieron disfrutar o conseguir aquello a lo que ahora ayudan. Sirva de muestra la iniciativa de un profesor, cuyo alumnado concluye la educación obligatoria, entre los dieciséis y los dieciocho años, a fin de recabar donaciones que hagan factible el primer, y que no sea el único, viaje de esos alumnos que nunca han salido antes del desfavorecido contorno donde afrontan el reto de sobreponerse a la determinación del infortunio. O el reclamo que deriva de la angustia, del inagotable empeño de los padres, cuando una de esas enfermedades que se despachan con el nombre de raras solo puede dejar de serlo, en alguna medida, con muy costosos tratamientos que la Sanidad pública no atiende. Se dirá, y con razón, que tan excepcionales y limitadoras enfermedades no deberían quedar fuera, sino, al contrario, ser preferentemente atendidas por los servicios públicos, pero a los padres no les queda otra que agarrarse al factible concurso de la solidaridad personal, ante causas y razones en las que la demora no pocas veces lleva a la fatalidad.

El contraste sabido es que acrecienta el valor de lo auténtico, como la generosidad desprendida o el altruismo bienhechor, y reprocha las que constituyen hirientes muestras de despilfarro y repudiables prácticas de corrupción. Acaso la condición humana explique tan alternativas disposiciones, pero han de prevalecer las que sostienen la sensible y compasiva humanidad.

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