Pareciera que han pasado lustros desde que mi artículo de la semana pasada terminaba diciendo que la incertidumbre del asunto coronavirus nos podría llevar o a un repunte coyuntural del paro o a un año perdido para el crecimiento del empleo. Ha llegado el momento de intentar elegir la respuesta. En las crisis y, para mala suerte nuestra que estábamos olvidando la anterior, esta lo es un problemilla añadido es la desaparición de la confianza. ¿Se acuerdan de cómo nos machacaban en 2008 con aquello de la confianza? Pues eso. Es el alarmismo lo que deberían combatir los gobernantes -y en la España actual todos los son, en cualquiera de los niveles de las Administraciones-. Un hogar mimetiza el pesimismo y pone en cuarentena sus decisiones de gasto (salvo el inmediato de papel higiénico, si, que les veo venir) con el consiguiente efecto de contracción sobre la economía. Pero es que, además, salvo comprar online, adquirir ordenadores para teletrabajar o servicios a distancia, pondremos decisiones de gasto en cuarentena. Esto nos lleva al principio, es decir, de la duración de la crisis dependerá la profundidad de los daños. La respuesta inicial fue un poco desastre, manifestaciones a izquierda y mítines a derecha con esa alegre despreocupación que nos ha traído aquí, pero hay tiempo para que las sucesivas respuestas no fallen. ¿En qué nos cambiará esto? En aumentar la confianza en la clase política no. En ese descredito encontramos explicación a la compra compulsiva de papel higiénico. Basta que te digan que no lo hagas para correr hacia la tienda. El teletrabajo y la Administración electrónica reciben un impulso que viene para quedarse. El virus está logrando lo que no parecía conseguir la ley de procedimiento de 2015, impulsar decididamente la Administración electrónica. Unos teletrabajando, otros solicitando, por ejemplo, prestaciones por desempleo, en la sede electrónica del SEPE. También se ven carencias. Que los sistema de clave y contraseña (esos que junto con el dni electrónico y el certificado digital permiten acceder a servicios públicos) no sirvan igual para una Administración o para otra, o que de poco sirve que el servicio de empleo estatal fomente solicitar prestaciones por internet si hacerse la tarjeta de paro obliga a acudir a la oficina del servicio de empleo autonómico que, fíjate por donde, comparte oficina con los otros. Lo dicho, los datos de marzo ya nos dirán el deterioro del empleo.

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