En la Cumbre

Su aire viaja con otra temperatura y humedad, no como el mío, que explota en minúsculos infiernos a mi alrededor

Yo quiero que con mi dinero, el mío, el que he ganado yo con mi esfuerzo, desollándome los nervios a más no poder, compren coches lujosos los grandes dignatarios y mandatarios, y vivan en villas espléndidas en importantes ciudades mientras yo me exprimo con el aún calor irresoluble de octubre, suspirando por ivas, ibis, irpfs mientras ellos organizan grandiosas cumbres que ennoblecen los estados, uniones y organizaciones. Con flamenco y olé, en grandes palacios de arquitectura histórica, con buen vino y despliegues colosales y nunca vistos para que con diez o doce chóferes por ayudante, con gorra de plato y chaqueta de oficial japonés abotonada, abran la puerta al ayudante, al ayudante del ayudante, al viceministro, al plenipotenciario y al jefe de estado, el de gobierno, el secretario, el asesor, y toda la corte de auxiliares, mecanógrafas (toma del frasco sexismo), taquígrafos, expertos en seguridad, veintisiete por persona importante y la ristra de miles de organizadores, camareros, cocineros que forman el ejército del protocolo y el apretón de manos, la sonrisa, la diplomacia y los trajes bien planchados recién sacados de la tintorería. Cuántos trajes debe tener un gran dignatario y el asesor no digamos. Trajes todos azules ni claros ni oscuros y corbatas que hacen ese leve remolino cuando se bajan de los helicópteros y la sostienen presurosos. Esos mendas nunca tienen calor así vayan con traje, corbata y camisa siempre blanca impoluta, será que llevan una refresquera oculta. Yo con camisa de manga corta ya voy chorreando el alerón donde vaya y he descubierto el olvidado pañuelo de tela para secarme el sudor, que por cierto, viene directamente del cambio climático que he generado yo y mis compadres a base de pasar de todos esos rollos y por eso lo sufrimos nosotros y no ellos. Como no nos hemos comprado una casa passivehaus ni un coche eléctrico, ni hemos ido a manifestaciones ni ostias pues el calor es solo para nosotros porque los comprometidos con el medio ambiente y los dignatarios van tan panchos y frescos a cualquier sitio. Su aire viaja con otra temperatura y humedad, no como el mio, que explota en minúsculos infiernos a mi alrededor. Nota para todos esos julais: la próxima vez, y siempre con mi pasta, os lo montáis si acaso mejor en un despachico de donde sea bien grande con botellas de agua, incluso bolis. Total para no resolver ni decidir nada.

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