Días contados

La policía desmantela estos mercadillos cada dos por tres y cada dos por tres los montan en otros sitios

El sábado por la mañana revisiono a Robert Shaw en La Batalla de Las Ardenas. En todas sus películas, Robert Shaw siempre hace de tipo duro, nada de besitos ni frases romanticonas. Secuestra una línea de metro, dirige un batallón Panzer o es un gánster adicto al juego. O el curtido pescador de tiburones. Sí, es el de Tiburón. El capitán del barco que se bebe una lata de cerveza de un trago. Por cierto, en todas sus películas siempre termina mal. Por la tarde buscamos palés para hacer un sofá en la terraza. Por supuesto los lijaremos y pintaremos. Pero tiene algo de furtivo y marginal buscar palés en polígonos vacíos de tardes de sábado. Los palés buenos son algo muy cotizado, como las muñecas antiguas, como los trenes de colección. Buscar palés tiene ese sabor a buscar en la basura, a reciclador de gancho y gabardina sucia, como los chatarreros o mejor dicho, los honrados recuperadores del metal. El reciclaje es un arte suburbial que ya se practicaba antes de que se inventaran los contenedores de vidrio, sólo que antes te pagaban por él. Los pijos que van al Corte Inglés a comprar cubos de basura separativos de ochenta pavos (como yo, por ejemplo) se sienten mejor poniendo etiquetas de colores en cada receptáculo y van con tirantes y barba a inauguraciones de nuevos contendedores con alcalde y foto, pero no van a coger palés a polígonos vacíos los sábados por la tarde, no van a los suburbios, no van a mercadonas de gueto. Van a tiendas de barrio, a peluquerías de hipster. En los suburbios se vende en mercadillos ilegales la ropa que sacan con ganchos de los contenedores de Cáritas; se vende tirada en el suelo, sin siquiera un puestecito. La policía desmantela estos mercadillos cada dos por tres y cada dos por tres los montan en otros sitios. Por supuesto no frecuento estos mercadillos porque solo venden ropa, si vendiesen libros usados iría de cabeza pero no hay contenedores de libros y por tanto nadie los tira salvo a la basura y nadie los recoge envueltos en restos orgánicos de comida. Si pusiesen un contenedor para libros, tampoco nadie los cogería con un gancho. Siempre me pregunto que diría Robert Shaw. ¿Estará la jaula en el agua? ¿y usted en su interior? ¿y un tiburón cerca? ¿nuestro tiburón? Ya me marcho de aquí linda dama española, adiós que me voy, oh preciosa mujer, por que orden tenemos de zarpar hacia Boston y ya quizás nunca nos volvamos a ver.

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