La tapia del manicomio

Diversiones céntricas

Y dos colectivos se han apresurado a ocupar el sitio del hipotético bar: gimnastas y dueños de perros

La total renovación que ha sufrido la céntrica Plaza de Careaga -y que solo ha durado dos veces y media el tiempo previsto, es decir un año- ha generado nuevos usos, como suponemos que era la intención del Consistorio. Otro dato interesante sería saber por cuánto se ha multiplicado el presupuesto inicial, pero a lo que íbamos, a los nuevos usos ciudadanos de la clásica plaza. Al parecer, según el proyecto que se publicó, uno de los objetivos era, adivine el perspicaz lector: un bar con terraza para complementar la "escasa" oferta hostelera de la zona.

Pero entre la crisis pandémica y, sobre todo, que los dueños del local previsto para tal uso se niegan en redondo a que haya un bar debajo de su vivienda, el espacio ha quedado libre para usos alternativos. Y dos colectivos se han apresurado a ocupar el sitio del hipotético bar: gimnastas y dueños de perros. Por las mañanas suele haber un nutrido grupo de ejercitantes del cuidado del cuerpo, con su monitor y todo, que ocupan la práctica totalidad del espacio libre. Es muy vistoso contemplar las evoluciones gimnásticas, pero dicha actividad contemplativa es casi imposible, porque los ejercicios incluyen carreras de lado a lado y utilizan hasta los nuevos bancos que circundan las jardineras de acero corten, el material de moda.

Por si alguno de esos posibles paseantes o espectadores se le ocurre dejar para la tarde-noche su estancia, reposo y contemplación de palmeras y jardines, el otro colectivo ocupante se lo va a poner todavía más difícil. Se trata de un considerable número de dueños de perros con su aun mayor número de ejemplares caninos (porque muchos llevan dos o tres).

Eso sí, a la "apacible" contemplación de la vida animal, se suma el concierto de ladridos en todos los tonos, volúmenes y timbres que para sí quisiera la OCAL. Para mayor atractivo y diversión, de vez en cuando se monta una pelea de perros, aunque al parecer sin ánimo competitivo, lo que no evita que a veces se pase a mayores y algún cuadrúpedo salga perjudicado, con el consiguiente revuelo de sus propietarios, lo que cualquier día dará lugar (si no lo ha dado ya) a peleas de bípedos.

En fin, que estamos divertidos. Después de once meses y medio con la plaza y las calles adyacentes levantadas, ruidos, polvo y escombros, ahora, por fin podemos disfrutar de un gimnasio de día y una perrera de noche. Dos espectáculos gratuitos. Para que luego digan que nuestras autoridades no cuidan la cultura.

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