No vaya a ser que nos aburramos en la pandemia. Que la incertidumbre no esté solamente en si te pegará el virus tu vecina, esa que tose y dice es por el tabaco, que lleva la mascarilla sujetando la papada e insiste en meterse contigo en el ascensor. No, es importante también que unos 25.000 almerienses se pasen los últimos días pensando que el uno de julio tendrían que volver al trabajo o perderlo definitivamente. Además 18.000 trabajadores autónomos andaban ya calculando de donde ahorrar para pagar las cotizaciones a la Seguridad Social.

El viernes día 26 de junio -justo mientras escribo este artículo- el Gobierno aprobó in extremis la prórroga de los ERTEs y de la prestación de autónomos, y tiene novedades que sumar a las anteriores, para liarnos del todo. La más importante: los ERTEs por causas económicas y organizativas, los ETOP (el nuevo término de moda laboral) también tendrán exoneración de cuotas a la Seguridad Social. Hasta ahora solo alcazaba a los ERTES por fuerza mayor. Supongo que, con la intención de no tener que andar negociando ampliaciones cada dos meses y medio, han decidido hacer atractivos esos otros ERTES. Por otra parte, es más normal que, ahora, una empresa tenga dificultades por causas económicas u organizativas que por fuerza mayor. Tranquiliza (e inquieta) que la prórroga contemple la posibilidad de ampliar las exenciones cuando se produzca -si se produjera- un rebrote del virus que obligue a cerrar algunas empresas. Por cierto, ahora nos fijamos en los rebrotes sanitarios, pero hay otro rebrote, el del desempleo, al que habrá que prestar atención.

¿Quiénes serían los perdedores en ese rebrote? Una vez más, como en cada crisis, los parados mayores de 50 años. La recuperación del subsidio para mayores de 52 les ha venido bien, pero ¿eso es a lo que debemos aspirar? A subsidios que apenas cubren las necesidades de personas cuya experiencia laboral abandonamos sin mirar atrás. El paro de larga duración, que en la anterior crisis se disparó en nuestra provincia hasta suponer el 25% de los desempleados. Comenzó a disminuir ese tipo de desempleo casi dos años después de que se iniciase el descenso del paro. Los parados de larga duración son los últimos invitados a la fiesta del empleo. Y aquí estamos. La crisis del coronavirus es, me temo, la constatación final de que si te vas al paro con más de 50 años tu vida profesional ha terminado. Pues bien, en la reconstrucción habría que, digo yo, afrontar esta cuestión y hacerlo desde algo más que el subsidio.

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