Estoico-vid 19

El estoicismo como forma de entender y vivir la vida resurge en momentos de grandes calamidades

Para Zenón de Citio las cosas pintaban muy bien. Se estaba forrando a base de comerciar con las distintas colonias y ciudades del Mediterráneo. Había heredado el instinto de los negocios de su padre y parecía tocado por los dioses. En este viaje se había jugado el todo por el todo. Invirtiendo su fortuna en el cargamento que transportaba esperaba multiplicar su dinero nada más tocar tierra. De pronto algo dejó de ir bien. El suave balanceo del barco dio paso a un brusco sube y baja. Los tablones rechinaban, los hombres gritaban en cubierta. Salió dando trompicones y en seguida comprobó lo que sucedía. Súbitamente se había desatado una furibunda tormenta. No se lo podía creer. Casi podía columbrar el puerto de Atenas, su destino, pero los marineros no lograban hacerse con el navío. El crujir de cuadernas y el estruendo del mar no eran sino los prolegómenos de un naufragio anunciado. Alguien gritó ¡sálvese quien pueda! Y en un instante el barco se fue al fondo arrastrando con todo cuanto portaba.

Cuentan las crónicas que Zenón alcanzó la costa a nado. Una vez en Atenas, despojado bruscamente de todo su patrimonio, nuestro protagonista vagabundeó por la ciudad con la mirada perdida. Al pasar por una librería un volumen llamó su atención. Pasó un rato absorto en el mismo hasta que, al cabo, se animó a preguntarle al librero: ¿cómo podría saber más del autor? Con una sonrisa en el rostro el vendedor le dijo: "sólo tienes que seguirlo, por allí va". Zenón estudió así con Crates hasta que finalmente fundó su propia escuela filosófica: el estoicismo.

Si Zenón ideó esta corriente hay tres personajes posteriores que la catapultaron hasta el superventas que aún hoy sigue siendo. El esclavo Epícteto solía burlar la pesadumbre diciendo que "moriré cuando llegue el momento, como no parece que sea ahora voy mientras a comer". Nuestro compatriota Séneca nos anima a perseguir con determinación un objetivo puesto que "no hay viento favorable para quien no sabe dónde va". Y el gran Marco Aurelio alentaba la fortaleza de espíritu asegurando "que todos somos capaces de soportar aquello que la vida nos depara."

Así, cuando en ocasiones me preguntan qué recomiendo yo, como psiquiatra, para sobrellevar la situación de pandemia mental acabo contando, lo mejor que sé, la historia de un tipo rico, que necesitó naufragar y perderlo todo para acabar encontrándose consigo mismo y los demás.

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