Far West

El Far West es un viaje interior que se emprende desde una pantalla de cine y que nos lleva a nuestro interior

Para una persona de mi edad hablar de cine genero, y en concreto del Spaghetti Western, es hablar de memorias y de recuerdos de otra época. También es hablar de los especialistas, de esas personas sin rostro aparente que hacían las escenas más arriesgadas. No obstante, hablar del Far West es hablar de Almería a la vez, la tierra que dio cobijo a este género. Amén de ser el sureste español, ha sabido estar a la altura de la cultura de otro país con otra historia y tradición completamente distintas, una bañada de colonialismo anglosajón. Quizás de esto pudiera entreverse sinergias con el deseo hispano de conquista. A fin de cuentas en toda conquista hay un desierto, unas personas con dudas sobre la moral, y un juez de la horca. El fenómeno del Far West es en sí un fenómeno universal que retrata el deseo de expansión humana, circunstancia que acompaña a la historia de la humanidad desde el proceso de hominización. Para mí el Far West es algo más que colonialismo y el Spaguetti Western algo más que cine de género. Puedo considerarlo como un retrato y hasta análisis de la condición humana, sobre todo en esos momentos en los que en la pantalla se retrata la angustia existencial, el silencio trascendental surgido en los diálogos. La guerra del hombre contra el hombre representa en Wéstern la ejemplaridad de nuestras batallas diarias, nuestras guerras políticas, nuestras frustraciones cuando el prójimo nos arrebata el tesoro de nuestras ambiciones. Tal vez por todo esto, a veces, voy a uno de estos antiguos estudios de cine y observo el silbido del viento sobre los edificios de madera, el sentimiento trágico de la vida unamuniano, la relación de cada uno de los recordados personajes de aquellas fantásticas películas con ellos mismos - yo y mi circunstancia, que diría Ortega-. Siento por momentos, en esas visitas, que algún forajido se acerca y que debo defenderme; extraer de mi condición de occidental posmoderno mi esencia humana, una olvidada ya. Cuando vuelvo a la realidad me derrumba la sensación de que nadie piensa estas cosas y que este cine no ha sido lo suficientemente valorado como debería. Elevar el Western a la condición de pensamiento artístico es una reivindicación que se me ha pasado a veces por la cabeza. No se me va. Al menos deberíamos dejar de considerarlo como género menor, que no lo es. El Wéstern es un viaje interior desde el arte.

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