Granada ayer

Recorriendo los campus llenos de jardines nada ha cambiado y todo ha cambiado

Antes sí era Granada con el agua y el cielo gris cayendo a mares sobre un suelo extraño y con un frío brumoso de verdadero otoño. Ahora aunque a las nueve de la mañana hacer seis grados ya avanzado la mañana hacer calor. Recorriendo los campus llenos de jardines nada ha cambiado y todo ha cambiado, el miedo ha poblado el vacío de las calles de sábado por la tarde y siguen estando todos los mismos anuncios en la farolas. El camino recorrido cientos de miles de veces está vallado y abierto en canal por obras aunque se puede recorrer distinto ya sin ese olor de cada mañana y todo está cerrado y extraño. Ahora un ferrocarril que llaman metro se hunde en el subsuelo y parte en dos el camino con señales de advertencia y se diluye el bullicio en las previsiones sombrías de un mundo desconocido. No existe la nostalgia, no están los sitios, han desaparecido los lugares, han crecido todos los edificios, Granada es un suburbio de mi memoria y mi huida. Por la tarde hace un calor claro, seco y silencioso, bastante adentrado octubre y la menor reunión festiva sugiere un delito ominoso, todo está ya prohibido. No existen los kioskos admirados o existen pero ya no están las revistas ni los comics. Los supermercados se han tecnificado pero el halo de sordidez persiste en el interior de los pisos y en las personas. El Albaicín romántico es un cuarto mugriento en una casa cadavérica que exhala un fracaso en cada escalón. Yo quiero descubrir con paciencia donde está la idea sublime, voy a buscar y comprarme Granada La Bella de Ángel Ganivet, recorrer sin mirar a las personas, mirar las piedras, encontrar la esencia embadurnada de insatisfacción mundana, ver como un viajero extraño monumentos abandonados. Y al final irme para volver al sitio donde pertenezco y donde está la tierra firme y el calor húmedo, veraniego y perenne de un levante mediterráneo lejos de las nieves perpetuas inexistentes. El falso rumor de la historia cuenta una leyenda antigua en tantas calles en la amalgama de la invasión de los comercios neutros. Barren los bares sin una sonrisa en ese hastío cotidiano. Vi en internet que aquel profesor que alumbraba la brillantez más excelsa, el único que lo hacía, ha fallecido recientemente y con él todo, los libros, el criterio, el rigor, la honestidad, la dedicación, la excelencia, dando paso a este mundo nuevo y mediocre, que paradójicamente, es el mismo de antes.

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