Guardián de una ausencia

'La peor parte' es una larga carta sobre el amor y cómo lo concebían y lo vivieron Sara y Fernando

Uno de los cometidos del filósofo ha sido reflexionar sobre las cuestiones que le conmovían. Y, después, una vez reelaboradas estas experiencias, transmitírselas, a través de la palabra, a los otros. Así, el hombre de la calle podía contrastar sus reacciones con las personas más entrenadas en el hábito de pensar. Por eso surgió el oficio de filósofo y de escritor. Porque hubo quienes no se conformaron con sentir sus propias vivencias; quisieron también contarlas a los demás. Y estas comparaciones ayudaban. También para el que escribía era un desahogo válido: difundir sus cavilaciones anímicamente aliviaba.

Se acaba de publicar un libro, La peor parte. Memorias de amor (Ariel), en el que su autor, Fernando Savater, ha querido "darle forma por escrito" a una pérdida que ha transformado profundamente su vida. Como filósofo, como literato, como escritor, ha debido pensar que lo sentido por él, debidamente contado, también serviría a los que, antes o después, han de enfrentarse con un trance semejante. Y, sobre todo, ha debido confiar en que hacer extensivo a los otros, a los lectores, el dolor causado por esta "ausencia", quizás le aportara a él mismo un cierto alivio. Dado, además, que la escritura, hasta ahora, llenaba de sentido su vida.

Se puso a escribir, pues, para responderse a sí mismo ante una conmoción cuya fuerza nunca imaginó: ¿cómo era posible sentirse tan desgraciado? Y estas páginas recogen el análisis de tales sentimientos y el esfuerzo literario por encontrar el acento acorde para expresar la pérdida -¡siempre prematura!- de la mujer amada. Un acento y unas palabras "que dejen de sonar a cosa ya sabida, sobada y resobada." Fernando Savater, desde su lucidez de siempre, sabía que reflexionar sobre el dolor de una ausencia definitiva era terreno arriesgado. Y más para él cuya obra ha sido un canto a la alegría de luchar por la mejor vida posible. ¿Cómo explicar y justificar su desgarro para que no quede como "una queja lanzada al vacío"? Por eso, este libro está lleno de titubeos, temores y temblores. Porque incluso el filósofo más sabio, ¿cómo puede hablar de aquello que lo ha superado? Por eso mismo, el autor elige "contarles mi vida con ella y no filosofar más". De esta forma, Savater conecta y recupera la misma garra narrativa y autobiográfica que ya utilizó en Mira por dónde. Como si ciertas cosas, solo la escritura en primera persona las hiciera creíbles. La peor parte es, pues, una larga carta sobre el amor y cómo lo concebían y lo vivieron Sara y Fernando, los dos protagonistas de este bello ensayo.

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