LOS HUNOS Y LOS HOTROS

La única solución que admiten estas (aparentes) mayorías es la que ellos consideran necesaria y la única posible

Por extraño que parezca, se ha producido una gran unanimidad en toda la sociedad que habita en esta parte de la península ibérica. Todos consideramos de la máxima urgencia resolver el problema catalán. Digo que todos sin excepción. Hasta aquí un primer paso. Y no hay que extrañarse de que haya una segunda opción que parece mayoritaria: se afirma que el problema tiene una única solución. Pero aquí terminan los acuerdos. Porque la única solución que admiten estas (aparentes) mayorías es exactamente la que cada uno considera como necesaria y la única posible. En el fondo es una aplicación del principio del "todo o nada", y en eso también están de acuerdo. Por parte de los independentistas solo es posible resolver el problema si se concede el famoso referendum de autodeterminación, el famoso "derecho a decidir" que, presumo, solo terminarían considerando válido si el resultado es favorable, aunque sea por un solo voto, a la independencia de Cataluña. Repito que esto solo es una suposición mía.

Por parte del nacionalismo español solo cabe una asimilación de Cataluña con el resto de España despojándola de cualquier rastro de personalidad propia, empezando por eliminar el autogobierno y obliterando el uso de la lengua propia. Y de ahí no se puede sacar ni a unos ni a otros. Visto así nos encontramos ante un encontronazo sin solución. Pero aquí es donde viene lo más grave, porque, siendo estas posiciones las más voceadas, cualquier otro modo de ver el problema y una solución no solo no gozarán del plácet de esas mayorías, sino que recibirá ataques furibundos. Y no exagero.

No consideran viable una tercera vía y llueven las descalificaciones, los insultos y hasta las más graves acusaciones. Y así no hay manera. Y tiene que haber una manera. Un modo de enfrentarse al problema cuyo punto de partida sea un reconocimiento de la existencia del otro. Reconocimiento y aceptación. Sería todo lo contrario a esa exclusión a la que los hunos (utilizo adrede esta grafía de Unamuno cuando escribía sobre una situación muy parecida) parecen condenar a los hotros.

Con algunos aciertos y posiblemente con errores se ha intentado emprender esa nueva vía. Ha sido condenada al fracaso por los dos bloques antes de que pudiera alcanzar un mínimo desarrollo. Intransigencias. Intolerancias. Dogmatismos. Irracionalidad. Mentiras. Calumnias. Y el que se mete a redentor… ya se sabe. Y así nos va.

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