Improvisen

Improvisar requiere adoptar una mentalidad abierta para enfrentar situaciones inesperadas

Siempre me ha parecido que la rigidez cognitiva es una característica psicológica que lastra mucho. La naturaleza nos da ejemplos constantes de ello. No sobrevive ni la especie ni el individuo más listo o fuerte. Supervive el que mejor se adapta a sus circunstancias ambientales. Y la rigidez cognitiva hace que las habilidades, la inteligencia, la personalidad y la respuesta del individuo al medio sea fija, estática.

Una mentalidad rígida consigue que la adaptabilidad decaiga muchos enteros. La resistencia al cambio provoca dificultades para superar los obstáculos cotidianos. También induce un miedo al fracaso puesto que se ven incapaces de afrontar desafíos que incurran en la posibilidad de no cumplir con las expectativas. Las personas con una mentalidad rígida pueden creer que no hay margen para el desarrollo así que facilitan una limitación de su crecimiento personal y profesional. Por último la rigidez cognitiva hace que, en el desarrollo de un proyecto, se centren demasiado en los resultados finales perdiendo la oportunidad de disfrutar del aprendizaje que otorga el camino.

Por todo ello, bien sea para blandear su rigidez cognitiva bien para mejorar su flexibilidad, recomiendo a cualquiera que use la improvisación como herramienta de desarrollo personal. Improvisar requiere adoptar una mentalidad abierta para enfrentar situaciones inesperadas. ¿Pero cómo podemos practicar la improvisación en nuestra vida cotidiana?

En primer lugar les recomiendo decir “sí “ más a menudo. Al aceptar oportunidades que surjan de improvisto abrimos la posibilidad de vivir nuevas experiencias. Aunque está un poco manido es importante también tratar de salir de la zona de confort. No es necesario emprender grandes empresas sino que es suficiente con intentar pequeños cambios en la rutina habitual. También puede mejorar nuestras capacidades de improvisación resolver los problemas cotidianos con una mentalidad más creativa. En lugar de repetir soluciones predeterminadas podemos buscar enfoques alternativos al problema que enfrentamos. Por último recomendaría a cualquiera permitirse cultivar un poco el espíritu aventurero. Un viaje sin planificar o una ruta por explorar dejan en nuestras existencias el necesario espacio para la sorpresa y la improvisación. Y así, despedimos el año con una última recomendación. Improvisen, a la postre es una original forma de creer en uno mismo.

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