La tapia con sifón

Jerez y España

Una copa de amontillado al caer la tarde, que nos dure mientras apuramos una novela de Amélie Nothomb

Los aficionados al vino, a juzgar por las cifras de consumo de los últimos veinte años, somos una breve minoría. Los aficionados a la lectura, igualmente según cifras y estadísticas, tampoco son legión. Tener ambas aficiones a la vez me parece una de las mejores armas para sobrellevar el confinamiento. Una copa de amontillado al caer la tarde, que nos dure mientras apuramos una novela de Amélie Nothomb o un ensayo de Oscar Wilde, o sea, una hora y pico, es un placer redondo. Habrá quien prefiera un whisky pero, aparte de que tiene más alcohol y ninguno de los beneficios extras del vino, los aromas de los mejores les vienen de su crianza en barricas que han tenido jereces. Y sin embargo los vinos de Jerez siguen sin conquistar al consumidor español. Cada vez es más difícil encontrar un bar en el que tomar un fino o manzanilla, no digamos ya un oloroso o un amontillado. La excepción es el sector de la alta cocina, donde los grandes son entusiastas del jerez. Desde Adriá o Arzak hasta Dacosta o Adúriz. Este último dijo hace poco que es mejor así, porque como le dé al personal por pedirlo va a escasear y subirá el precio así que, aunque es defensor del jerez, "mejor que pase esto cuando yo ya no esté". Eso sí, los vinos de Jerez siguen arrasando en los grandes concursos mundiales. En los Bacchus de 2020 (1.578 vinos de todo el mundo) los vinos de Jerez han obtenido siete grandes Bacchus de Oro: Bodegas Tradición (Amontillado, Palo Cortado y Oloroso, de la gama VORS), Osborne (Fino Coquinero y Solera India Medium Rare), Bodegas Arte de Jerez (Palo Cortado de la Cruz 1767) y el famoso Noé, de González Byass. El resto de vinos españoles ha conseguido once Grandes Bacchus de Oro, entre ellos dos riojas y dos riberas del Duero.

Pista vinícola: el fino Tío Pepe es relativamente fácil de encontrar en supermercados y tiendas del centro. Su relación calidad-precio es insuperable. Suelen tenerlo muy reciente, y ya saben los aficionados que es los finos se deben consumir en menos de un año desde su embotellado. En eso coinciden con los vinos jóvenes y con los espumosos. Y pista para lectores: el Instituto de Estudios Almerienses está colgando un libro de acceso gratuito cada semana en su página www.iealmerienses.es. El segundo, la semana próxima, será Vivir para comer en Almería. Salud.

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