Llamarse Guti o Gutiérrez

El cambio implica una distinción en la jungla profesional al margen del nombre de pila de cada cual

El entrenador de la UD Almería ha pedido a la prensa que, desde ahora, le llamen José Mª Gutiérrez, como aparece en su DNI, en vez de Guti, el apelativo que le distinguió desde que fue jugador del Real Madrid y con el que le aclama la afición futbolera almeriense. Y son varias las lecturas que sugiere la insólita iniciativa. La primera y más obvia, acaso sea el ánimo de deslindar su época de exitoso jugador, del nuevo periplo que afronta como entrenador (ojalá que igual o más exitoso todavía). O sea, añado, un signo de cierta gallardía con el que avisa que no aspira a vivir de la fama acumulada, como tantos otros técnicos hacen. O sea, y completo, que tiene hambre de ganarse un prestigio propio e independiente en la nueva responsabilidad directiva.

Aunque creo que no le será fácil gestionar el empeño. Ante todo, porque los dos nombres en danza tienen un carácter disímil: José Mª es un nombre y Gutiérrez un apellido, de uso extendido que, aunque le dote de identidad civil y le singularice entre su familia y amigos, solo usó de forma privada. Acaso su madre y pocos más. Mientras que el apócope Guti, es algo más que un sobrenombre: tiene ya la dimensión pública propia de una marca única y reputada en el mercado deportivo. Lo que implica una distinción en la jungla profesional al margen del nombre de pila de cada cual. Además de que los José Mª famosos, siempre han precisado un apellido singular (Pemán) o un vocativo designativo (el Tempranillo) o simbólico (Pepe Botella), en el que un Gutiérrez, no lo tendrá fácil. Por eso, la ocurrencia conlleva un riesgo algo extravagante porque la marca Guti era hoy un signo potente en el planeta comercial del fútbol y para que la nueva marca/nombre, José Mª Gutiérrez, se le asemeje, renegando del epíteto Guti, puede precisar tantos años y títulos como logró Guti, amén de una colaboración mediática que veo reacia, dado su apego a los diminutivos coloquiales.

Se trata, pues, de un reto exigente, aunque legítimo, cómo no, que fantasea con apropiarse de ese don exclusivo de los dioses, de reduplicarse el nombre, para convertir su currículo en un calidoscopio en el que se muestre, desde los mismos vidrios, distintas figuras a cuál más poderosa y popular. Pero más allá de que le llamemos Guti o Gutiérrez, como advertía el refrán chino de Felipe González sobre el gato blanco o negro, todo valdrá si nos caza el ratón de la Primera División.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios