Libertad Quijotesca

Mesa de la infamia

No es mesa de dialogo, es cadalso de despiece de España lo que han montado en Cataluña

Este siniestro Areópago, que no gobierna lucha por poseer el poder, liderado por dos narcisos irresponsables y petulantes, impone en la democracia española una mesa de dialogo con el totalitarismo nacionalista de Cataluña. No es mesa: es cadalso de la soberanía de nuestra nación que reside en todos los ciudadanos a los que nos protege la Constitución. ¿Qué estamos haciendo en España? Para el nacionalismo aprovecharse del trabajo de todos los ciudadanos no es costumbre, es vicio al tres por ciento o lo que sea menester. En este cadalso se afanan en el despiece y reparto de la nación española, como si ya hubieran logrado desterrar el Estado de Derecho e imponernos al partido único e incontestable. Recordando a Olimpia de Gouges cuando decía que "si las mujeres somos buenas para subir al cadalso, también somos buenas para subir a la tribuna", del mismo modo, si los españoles somos buenos para pagar todas las ocurrencias de los políticos profesionales, también lo somos para reivindicar que la soberanía nacional reside en todos los ciudadanos de España. Mientras construyen el cadalso, los arcontes ministeriales no dejan de demostrar su absoluta incapacidad para gestionar las responsabilidades públicas que ostentan. Desfilar en el recinto de La Moncloa ante los medios, cartera en mano, posando en el dintel de la puerta principal como si hubieran encontrado la cura contra el cáncer, cuanto menos es desalentador. Más bien parecía que estaban esperando el helicóptero que anunciaba una margarina, con todos mis respetos para la marca. La mentira campa a sus anchas y aquí han venido para hacer negocio elitista de la misma. En las escaleras del cadalso esperan los nacionalistas totalitarios del País Vasco, junto a los sicarios de la organización terrorista que masacró nuestro país sin ningún remordimiento. De palanganeros todos aquellos que aspiran a pillar algo del despiece, ya sea mera casquería. ¡Hace falta despreciar a la humanidad para esto! Ya lo dijo Jovellanos: "Nación sin cabeza… ¡desdichado de mí!" Hemos llegado a esto porque los españoles no tenemos respeto por nosotros mismos, y hemos dejado que nos impongan el desconocimiento de nuestra historia y cultura. Permitimos que se desterrara la honradez intelectual. Enchufes y favoritismos clientelares. Nunca mérito y esfuerzo. Dos individuos enterrados hasta las rodillas y dándose de garrotazos.

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