Morir matando

He descubierto que todo es cuestión de paciencia, pronto se volverá a ir y tomaré de nuevo posesión de mi reinoLo del País Vasco y Galicia solo es eso: ansia de ganancias, ansia de recuperarse sin pasar por la sala de curas

La carrera política de Albert Rivera murió de éxito. Y lo poco de Ciudadanos que aguantó esa prematura muerte va a caer ahora a manos del PP gracias a que los inmensos anhelos de poder de Rivera siguen tan presentes en quienes fueron sus fieles escuderos que no les dejan reconocer, ni la profundidad de la herida que arrastran desde las últimas elecciones municipales y autonómicas, ni la irrelevancia que le conceden sus diez escaños en el Congreso y su ausencia en el Senado.

Y es que, como aconseja el célebre tratado militar "El arte de la guerra", "si el enemigo es ávido en ganancias, sedúcelo; confuso, atrápalo; consistente, prepárate; poderoso, evítalo; colérico, provócalo; humilde, excita su arrogancia; pasivo, oblígalo a llevar la iniciativa; unido, divídelo", y la derecha española lleva tiempo consiguiendo seducir a Ciudadanos, tanto que, ahora, la sucesora natural de Rivera, Inés Arrimadas, quiere vender al PP el poco aliento que les queda a cambio de algún sillón en la política del País Vasco y de Galicia y de aguantar en Cataluña.

Y lo de Cataluña puede entenderse, y puede entenderse por ambas partes, porque allí el PP ha acabado siendo un partido residual y Ciudadanos sabe que pudo defraudar a demasiada gente al decidir no presentarse a la investidura tras las elecciones autonómicas de 2017 a pesar de haber sido la fuerza mas votada, a pesar de haber hecho historia en votos y escaños, a pesar de que más de un millón de catalanes confiaron en ellos para contarle al mundo, en pleno procés, que ellos también están ahí, que ellos también cuentan, que ellos también son Cataluña; Sin duda, un hecho que, junto al de la rápida marcha de Arrimadas a Madrid, conforman un evitable, y negativo, punto de inflexión en la historia de Ciudadanos pues ambos encajan tremendamente mal con la promesa de haber nacido para dar voz a la parte de la población catalana que no es independentista y acompañarla en lo que la propia Arrimadas definió como "una carrera de fondo".

Pero lo del País Vasco y Galicia solo es eso: ansia de ganancias, ansia de recuperarse sin pasar por la sala de curas, ansia de volver a brillar como lo hacían cuando Rivera, ciudad a ciudad, llenaba de esperanza a un electorado moderado, sin miedo a los pactos con otras formaciones moderadas, orgulloso de ser español y que ya no se sentía representando por los partidos tradicionales, o firmaba un preacuerdo con el PSOE que, llegado el momento, le llevaría a la Vicepresidencia del Gobierno.

Tristemente, todo apunta a que Ciudadanos será una breve anécdota de nuestra historia política pero, quizás, aún tenga una oportunidad de desandar el camino por el que se olvidó de ser lo que dijo que era si, en lugar de buscar morir matando, fondea su realidad y entiende que los vetos han de ir a las políticas en lugar de a los políticos y que la plaza de Colón supo seducirles.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios