Morir para no morir (o viceversa)

Comprendo la ansiedad que pueden llegar a experimentar los sanitarios cuando tengan que escoger a quién ponerle el respirador y a quién no

Comprendo la ansiedad que pueden llegar a experimentar los sanitarios cuando tengan que enfrentarse al dilema de escoger a quién ponerle el respirador y a quién no. En previsión, el Comité de Ética de la enfermería (y algún gobierno) difundió los criterios para estos casos de emergencia. No me gustaría verme en esta tesitura, porque es dejar morir a unos para que vivan otros. Y posiblemente no quepa aplicar el respirador un rato a cada enfermo porque, supongo, se multiplicaría el riesgo de que murieran todos. Se trata de decidir una cuestión crucial, pero crucial para otros. No me gustaría ser yo el responsable, y tendré que admirar y compadecer a quien tenga que tomar la decisión. Corre el riesgo, además, de equivocarse. Pero, aludiendo a Descartes, si una vez que has puesto todo tu empeño las cosas no salen como deseas, habrá que pensar que es totalmente imposible. No se lo reprocharía. En un contexto más amplio, y también menos extremo, se puede plantear el tema de quién va a vivir y cómo por las consecuencias tan negativas que se sigan de las medidas puestas sobre el tapete. Por ejemplo, la decisión de cesar toda actividad productiva que no sea esencial. La publicación del Real Decreto ha levantado ampollas. La nocturnidad, por una parte precipitada, pero por otra, parece ser, fruto de las discusiones dentro del mismo Consejo de Ministros, no ha sido un acierto. Si se hubiera puesto en marcha un día después no hubiera sido nada grave, y esa sensación de precipitación e improvisación se hubiera atenuado. Pero la mayor oposición ha surgido por el impacto que esa medida puede tener en la economía. La repercusión, tanto en el futuro del turismo como de la industria vasca (los primeros en alzar la voz), es evidente: los mercados que se pierdan no se recuperarán fácilmente. Son graves dificultades para el día después. Y graves dificultades para muchos en el presente. Nos dicen que hay graves altercados en Italia por problemas derivados de la falta de dinero por la falta de ingresos. Para que unos no mueran (ahora) por contagios, podrían "morir" otros (ahora) por inanición seguida de graves dificultades económicas cuando se supere la pandemia. ¿Sería una decisión prudente mantener la actividad económica, a riesgo de incrementar lo contagios y tal vez las muertes, para que no se produzcan tantos daños en el futuro? No me gustaría tener que tomar esa decisión. Suerte para quien la toma.

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